Imagen

El tema del que trataremos es acerca de una manera bastante generalizada de pensar y de proceder, que articula el desconocimiento (ignorancia) con el irrespeto entre seres, culturas y especies. Claro, sobre esto deben existir muchas otras perspectivas o maneras de pensar y de actuar. Sería interesante el debate
 Desde hace un tiempo mantengo ciertas dudas de las políticas y recomendaciones que están surgiendo sobre el tratamiento de los animales y, en particular, de las mascotas.
De alguna manera existen dos tendencias complementarias que son sorprendentes y a veces cuestionadoras.
Por una parte, se busca la fabricación de juguetes que se parezcan más y más al comportamiento de animales y humanos hasta el punto de fabricar bebes que deben ser cambiados de pañal e incluso alimentados …. (Baby Alive Come Comida De Verdad – Sara Comiditas Divertidas Yummy Nummies – Ver en Internet).
Por otra parte, nos encontramos con la tendencia a tener en casa animales, pero no animales completos, lo que se quiere cuando se habla de mascotas, es de tener en casa “partes de animales”, la parte que nos gusta, extirpándoles lo que no nos gusta.   Entonces procedemos amputar aquello que no nos parece o aquello que conduciría a conductas indeseables.
A unos les cortamos el rabo. A otros los peluqueamos. A otros los castramos o los operamos para que no tengan descendencia o para que no anden buscando pareja.
Y así, con tales amputaciones los convertimos en mascotas deseables.
Estas conductas me parece que son salvajes y crueles. Y, también, contradictorias frente a afirmaciones que cada día poseen mayor sustento en cuanto a los sentimientos y la inteligencia de los animales.
Si volvemos a las concepciones contemporáneas acerca de los seres vivos, nos encontraremos con que los seres vivos son totalidades que viven en estados de equilibrio como consecuencia de su funcionamiento como totalidad que tiene que ver con todas sus secreciones, emociones, estados de juego y exploración, etc.
Eliminar una parte del animal es hacerlo incompleto y artificial y con ello perder incluso algunas de las posibilidades de interacción para el dueño de la mascota. No podremos pensar acaso que esos seres amputados, al mismo tiempo que están incapacitados para hacer lo que no nos gusta, están  perdiendo otras cosas o posibilidades de interacción que se relacionan con asuntos hormonales, conductas especiales de diversión o de inteligencia.
 Claro, esas cosas posiblemente se hacen por y con amor, sin embargo, son al menos crueles si no irresponsables ya que no sabemos de todas sus consecuencias.
Por otra parte, esa conducta frente a las mascotas podría proyectarse también a nuestras relaciones con otras personas.
​A veces, en vez de aceptarnos tal y como somos, lo que queremos con la relación o relaciones que estamos estableciendo es proceder a un periodo de enseñanza (adiestramiento) y transformación para que esa persona que llega a nuestra vida deje de ser quien es (amputándole algo en su ser). Se supedita así la convivencia a que el otro deje de ser quien es o procedemos a relacionarnos solo con la parte de ella que nos gusta.
Incluso cuando nos relacionamos con personas de otras culturas, que en nuestro caso, no es un asunto exótico, a veces condicionamos tal relación a que las conductas, actitudes y valoraciones del diferente coincidan con la manera como nosotros nos relacionamos en y con nuestro entorno, de tal suerte que sea culturalmente uno de los nuestros y no uno de los otros.  Y solo cuando el recién llegado responda a los asuntos de igual manera lo aceptamos corroborando que la inclusión cultural es imposible a no ser que el diferente deje de serlo (y eso ya no es inclusión).

Dino Segura