Conocí lo inesperado y corroboré lo presentido.

Querétaro es un Estado y Querétaro su capital. Como ciudad es la cuarta en el país. ¡Vieja¡ ¡Histórica¡ y con gran autonomía en su desarrollo. Cuando me preguntaron acerca de mis impresiones sobre Querétaro,  es inevitable reconocer que lo que había visto era realmente una evidencia de mi ignorancia.
¡Es una ciudad limpia¡ Difícilmente se encuentra un papel en la calle.
¡Es segura¡ Nadie vive con la angustia del descuido o la preocupación por lo que pueda pasar en seguridad.
¡Es solidaria¡ Con unos habitantes siempre dispuestos a colaborar en la solución de problemas grandes y pequeños.  
¡Es alegre¡ Desbordante. Realmente  no conocía este ¡Méjico¡
¡Es una ciudad de historias¡ Se trata relatos respaldados por sus monumentos: las iglesias, museos, haciendas, el acueducto.
Corroboré lo presentido.  
Mientras el país es definitivamente una novedad por todo, las escuelas, los discursos de los maestros y las opiniones de universitarios, muestran una homogeneidad muy grande con  nuestros propios discursos y planteamientos. Seguimos presos de un modelo único y de unas legislaciones impuestas a través de los convenios bilaterales y las exigencias externas. Aunque exteriorizamos la necesidad de una educación liberadora no colonial, la concebimos dentro de los moldes de siempre pues difícilmente se piensa otra escuela, otro conocimiento, otras prácticas.
Las discusiones de  los maestros están confinadas a superar las condiciones lamentables de los docentes de tal suerte que no queda tiempo para pensar en lo que estamos haciendo y en lo que deberíamos hacer.
Esa preocupación por el bienestar no permite ir más allá. Parece que se tratara de una estrategia que protege al sistema evitando alguna posibilidad de trasformación.
Pero las instalaciones de los colegios son muy buenas y las posibilidades de enriquecer la formación con elementos de la cotidianidad es muy grande en parte por la existencia de museos, jardines, monumentos.
​En parte por el entusiasmo y emprendimiento manifiesto. Los mejicanos se sienten que son buenos y que pueden
ser mejores.