La soledad del Páramo de Sumapaz;  la imponencia del ecosistema, la comunidad inmensa de sus habitantes, los frailejones,  y la quietud del  agua  podría decir que es ¡Sagrado¡ 
Contemplar la diversidad  vegetal de  plantas,  de flores y de insectos  y ensimismarse ante el espectáculo natural.  Escuchar el movimiento imperceptible del agua, recien nacida y llena de atributos.
Debemos ir con tiempo para darle tiempo al espíritu para que vague y divague. Imagine y sienta, invente pensamientos y se plantee nuevas perspectivas, otros propósitos: un renacimiento.
No quiero invitarlos al páramo, parece que es mejor que sean pocos los visitantes. Pero es tan bello, tan imponente y solo a dos horas del centro de Bogotá (adelante de Usme). Ahora bien, es mejor ir bien acompañados para soñar en compañía y pensar en otros días y en otros mundos, también en compañía.