REVISTA EDUCACIÓN Y CULTURA (FECODE) Edición 122

En esta última publicación de la revista Educación y  Cultura de Fecode,  Dino Segura debate acerca del currículo en la escuela, un interesante aporte para la educación en Colombia. 

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Por: Dino de Jesús Segura 
El currículo concretiza en la escuela el sueño de la modernidad, el triunfo de la razón humana: la capacidad de lograr una máquina que produzca los resultados que se quieren independientemente de la historia, de los contextos y de los sujetos. Cuando decimos, por ejemplo, que los niños de 14 años, deben ser capaces de resolver determinados ejercicios de álgebra, tales y cuáles de ciencias y, así, para las demás disciplinas, son muchos los cabos sueltos que se dejan, digamos, descuidadamente y muchas las violencias que se promueven. Y estas pretensiones que señalo, no son traídas de los cabellos, ahí tenemos las propuestas de aplicar a los niños y adolescentes pruebas estandarizadas universales.
Por ejemplo, se está suponiendo que esos niños de 14 años son normales, esto es, que están en capacidad de aprender (memorizar) los procedimientos que corresponden para resolver los ejercicios de álgebra previstos (vale la pena reconocer la circularidad de la definición, que le da a la escuela un poder hegemónico). En caso contrario se deben aplicar los cursos remediales o el tratamiento a que haya lugar, lo importante es que al final podamos hacer a todos los mismos tratamientos con idénticas expectativas. Sin embargo, no existe una claridad acerca de lo que se supone por normalidad. Pero también, se está suponiendo que eso que incluimos como aprendizaje deseable (los ejercicios de álgebra, en el ejemplo) corresponden a contenidos disciplinarios realmente convenientes, sea porque son útiles, sea porque son verdaderos, sea porque tradicionalmente se han incluido. Al respecto, recordemos que muchos de los contenidos curriculares se están incluyendo, de una manera idéntica, desde hace más de 100 años, por ejemplo, para la clase de Física. Más adelante veremos también cómo muchos de esos contenidos son falsos y la mayoría, inútiles.
La dinámica que supone y propone el currículo frente al conocimiento (esto es los caminos que deben seguirse) es perversa. Si queremos lograr en la  escuela la comprensión de un fenómeno no se privilegia la relación del estudiante con el fenómeno sino la relación del estudiante con la información que se tiene acerca del fenómeno. En estas circunstancias no se estudia el fenómeno sino lo que dicen otros acerca de él. Podríamos decir entonces que la escuela produce un apantallamiento entre el sujeto y su objetivo de aprendizaje (o de conocimiento), validando entonces su distanciamiento.
De alguna manera ese es el papel que juegan los libros de texto. Y como lo que se debe aprender ya es asunto conocido, existen ciertas cualidades de los estudiantes, bastante incómodas, que pueden enrarecer el aprendizaje; por ejemplo, la creatividad y la imaginación, que más que incómodas se convierten en atributos inútiles.
Con respecto a esto reitero que, en la escuela, esto es en los contenidos previstos curricularmente, no existe pregunta que no tenga ya perfectamente establecida la respuesta. Es por ello que podríamos afirmar que la escuela gira en torno a un conjunto de actividades manteniendo los ojos puestos en el pasado. Son los logros de la especie convertidos en procedimientos y enunciados, los que se constituyen en los objetivos de la escuela. El espíritu de la repetición se traslada a casi todas las actividades, así, un maestro de la universidad advertía a sus estudiantes, “para solucionar los problemas el único método que valgo es el que yo enseñé”. ¡La posibilidad de innovación esta clausurada! Así pues, el currículo es la concreción de la escuela como una máquina trivial
(Ver H. Von Foester, 1996), esto es, de una máquina que funciona como se espera que debe funcionar, haciendo lo que tiene que hacer independientemente de la historia, de los contextos, de las inquietudes, de las diferencias: el interruptor prende el bombillo, la llave abre la puerta… etc., y además, su funcionamiento es el ejemplo por excelencia de la importancia de la obediencia, corroborando que ésta es la cualidad más valiosa para sobrevivir en la escuela.