Dino Segura Robayo

Coordinador General Corporación Escuela Pedagógica Experimental 

Yo creo que sí habrá un luego…

Hace unos días, tal vez quince, reaccioné negativamente ante las medidas que frente al Corona Virus se estaban tomando en todas partes. Mi argumento es que eran precipitadas (apresuradas), tanto, que no consultaban las consecuencias de tales medidas (los daños colaterales). Decía, que las consecuencias podían ser más lamentables que los efectos del virus, propiamente dicho. Ahora bien, lo que se estaba haciendo respondía al conocimiento muy precario que en tal momento teníamos del virus. Hoy seguimos tan ignorantes como entonces. Lo único que sabemos es que los contagios se dan como consecuencia de que nosotros mismos somos los vectores de propagación.

Frente al aumento de enfermos los gobiernos tienen que jugársela por dos cosas un tanto antagónicas: Por una parte, proteger a la población del contagio: la cuarentena. Por otra, mantener el país andando de tal suerte que cada quien pueda sobrevivir no solo a la enfermedad, sino satisfaciendo las necesidades inmediatas y mínimas. Como en el platillo de la balanza donde está la salud, de manera inmediata, está también la vida misma; mientras en el otro, están los intereses económicos de productores, trabajadores y consumidores, de manera un poquito menos inmediata para la vida, lo primero se vuelve prioritario y las medidas son severas, tanto que se admira a quien es capaz de proponer las más draconianas. Tenemos entonces una cuarentena generalizada.

Pero, luego de unos días es bueno hacer un alto en el camino. Por una parte, es bueno aprovechar todo esto para contribuir a que seamos un país distinto, un país mejor (yo creo que habrá un LUEGO); por otra, nunca como ahora habíamos tenido mejores oportunidades para ciertas cosas.

  1. Lo primero que debemos considerar es la diversidad. Una cosa son los países (lugares) templados, otra cosa es el trópico. Una cosa son los centros poblacionales, otra los poblados distantes y olvidados hasta por el corona virus.
  2. Lo segundo es que nadie puede conocer mejor cada sitio, digamos cada pueblo, que sus gobernantes, máxime ahora que se elijen popularmente.
  3. Lo tercero es la importancia de la democracia, que en este momento se traduce en la participación, la posibilidad de tomar decisiones.
  4. Finalmente, debemos pensarnos como distintos a los países, por ejemplo, los europeos. El que allá se tomen ciertas medidas no puede ser el argumento determinante para que nosotros tomemos las mismas. Me imagino aquí en Colombia un pueblecito bien olvidado sin ningún síntoma del virus en el que todos están encerrados, un día salen solo hombres otro, mujeres y ¡Van de compras se acuerdo con el numero de la cédula, en pico y placa… y los niños sin saber qué hacer! ¿No es un desastre?

Creo que manteniendo un par de medidas claves de principio, son los alcaldes en cada municipio quienes deben tomar las medidas acordes con las características y posibilidades de cada municipio. Cada sitio tendrá sus asesores y la creatividad para decidir.  Creo también que esta es una oportunidad recuperar nuestras posibilidades de seguridad alimentaria. Como no tenemos el trigo norteamericano, ni la avena norteamericana, ni el maíz norteamericano, ni los insumos para la alimentación de pollos y gallinas que vienen de Norteamérica ¡Pues a comer y cultivar nuestras variedades como la yuca y las achiras, las arracachas y los cubios!

Si logramos ser un poquito democráticos, dejar de soñar en tener quien mande para tener a quien obedecer, sino con la idea de participación, se habrá ganado mucho. Si logramos avanzar en la seguridad alimentaria, recuperando saberes y posibilidades ancestrales, se habrá ganado mucho. Si logramos inventarnos soluciones acordes con lo que somos y lo que somos capaces de hacer, habremos ganado mucho.