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A veces a los padres de familia nos toca taparle los ojos a los niños para que no vean esos horrores. Nos apena que vean tanta podredumbre y tanta corrupción. Entonces solemos decir, mira para otro lado … Y así venimos diciéndolo, mira para otro lado y lo decimos y lo decimos y ahora ya no tenemos para dónde mirar.  Allí a donde miremos nos encontramos con algo inconcebible.
Y entonces nos miramos como generación y nos preguntamos, qué país le estamos dejando a nuestros niños. Es una vergüenza la desertificación rampante por el manejo equivocado de nuestros patrimonio. Es una vergüenza la pérdida de referentes ciudadanos que convirtieron la lucha por llegar a los cargos de gobierno en una lucha por apoderarse de los recursos del país. Es una vergüenza la carencia de referentes éticos y científicos para decidir sobre el futuro de la nación …

Y somos un país silencioso en el que opinar es peligroso, entonces nadie en público sostiene lo que le hiere e indigna … Es la indiferencia, es el miedo… Es el mirar para otro lado y todos como niños que no queremos escandalizarnos, preferimos mirar para otro lado.  Como si no mirar eliminara lo que está sucediendo. 

Son asuntos tan raros y absurdos que nos recuerdan lo que nos decía McLuhan: el medjo es el mensaje. O lo que nos decía Bateson: en todo aprendizaje hay muchos aprendizajes y esos otros aprendizajes son más determinantes que los proto-aprendizajes intencionados. O lo que nos dicen que sucedía y que supuestamente ya no sucede: Que al mensajero que traía malas noticias; por ello, por traer malas noticias hay que cortarle la cabeza, aunque el mensaje no sea lo importante sino el empaque que lo contiene.

 Son asuntos tan depravados; por ejemplo, sabiendo que este o aquel es un delincuente, con amigos delincuentes y hechos reconocidos como de delincuentes, no le va a pasar nada, no habrá acusaciones y si las hay, habrá vencimiento de términos y pérdida de los expedientes y desaparecimiento de los testigos… Y, ahí está tranquilo, sabe que no le va a pasar nada.
 
Entonces cuando el contradictor posee argumentos fundamentales lo convertimos en una simple opinión, que como opinión no requiere sustentación. Cuando decimos que hay que tomar decisiones fundamentadas en la ciencia, se dice que son ambientalistas. NO SEÑOR, no son ambientalistas, son científicos; debemos reiterar – aunque no lo crean– que pueden existir opiniones que no están inspiradas en intereses mezquinos. Hay opiniones inspiradas en la ciencia y que como tales, deben considerarse seriamente.
 
Estamos en un momento en el que tal vez podemos contribuir en la construcción de una Colombia nueva. Y el primer paso en esa contribución será posiblemente la determinación a no quedarnos impávidos ante los acontecimientos. No podemos pensar que lo que se está pensando para el bien de una Colombia en paz se embolate en los laberintos de las leyes y resoluciones ante nuestros ojos indiferentes. Seguramente tendremos los acuerdos pero, ojo que quienes están al frente de lo ejecutivo, legislativo y judicial son los mismos de siempre, que en mucho están acostumbrados a otras cosas, por lo menos a dejar que se venzan los términos.
​Dino Segura