Con minutos para cavilar sobre el presente

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Hay un libro de Stefan Zweig titulado Momentos Estelares de la Humanidad en el que nos muestra ejemplos de personas que fueron dignas de vivir el momento histórico que les tocó vivir, otros no lo lograron.
Mientras unos hicieron lo que correspondía, otros no tuvieron esa capacidad. Y esas circunstancias han contribuido o han entorpecido proyectos importantes en la historia. Es a propósito de esa obra que cavilo sobre los momentos históricos que estamos viviendo. 
Entonces nos detenemos y por un momento cavilamos acerca de lo que está sucediendo. No estamos acostumbrados, las urgencias del día a día nos lo impiden.

1. Nos encontramos con las conversaciones de La Habana y la posibilidad de terminar con una guerra de más de 60 años, que posiblemente dará fin a un hecho espantoso: el exterminio de los campesinos (y con ello, el desplazamiento y el crecimiento desmesurado de las ciudades).
Durante la guerra cuando en los enfrentamientos había víctimas de la guerrilla, los muertos eran campesinos. Y si las víctimas eran del ejército, los muertos eran campesinos y si los muertos eran de otros ejércitos (por ejemplo, de los paramilitares), los muertos eran también los campesinos. Me pregunto, ¿Cuál era el pecado de los campesinos para que a la postre fueran ellos el sector más afectado por la guerra? ¿Sería que alguien quería la tierra, pero sin campesinos?
2. Consideramos las noticias del día a día, nos encontramos con un presidente dispuesto a firmar un acuerdo con las FARC, que lidera un grupo grande de políticos y politiqueros. Y caemos en la cuenta de que se trata del representante de la clase política que ha gobernado a Colombia desde hace más de 200 años. Se trata entonces del sucesor de una cadena de gobernantes fracasados que en su gestión han llevado al país a ser líder en la desigualdad y la pobreza. Estos quieren la paz posiblemente para que las cosas sigan exactamente como han sido, pero en paz, esto es bajo el silencio de los fusiles. Para continuar detentando el poder y enriqueciéndose con las leyes que aprobadas por ellos mismos mantienen y profundizan la inequidad.
 3. Consideramos también que las noticias nos hablan de quienes no quieren la firma del acuerdo de La Habana. Se trata de un grupo de politiqueros que representan a fuerzas emergentes que han llegado a ser lo que son mediante el despojo y la violencia. Se trata de advenedizos que solo aceptan los acuerdos si estos consagran como legítimo lo que ha sido logrado de manera perniciosa y violenta. Se trata de matones admirados culturalmente por nuestra historia del matoneo, la concupiscencia y el descaro. 
4. En este panorama es importante visualizar cuál puede ser nuestro papel. No podemos ser convidados de piedra ante las decisiones que siguen a la firma del acuerdo de La Habana. Es posible que las transformaciones que se han pactado se queden en el papel pues difícilmente las clases dirigentes, ya sean la rancia aristocracia y la oligarquía o los emergentes y traquetos, no están dispuestos a un país más justo si ello significa ponerle freno a las formas de gobierno o las estrategias de enriquecimiento establecidas como formas de conducta normal y espontánea.
A mi juicio, frente a ello nuestro papel es el de estar atentos al cumplimiento de lo pactado. A que se devuelva la tierra la sus legítimos propietarios, a que se repare a las víctimas. Y a que se avance en ideales que hemos soñado y  por los cuales a veces hemos luchado. En este sentido debemos lograr por ejemplo que se frene el regalo sistemático del país a las multinacionales, que se banalice la educación y que se desertifique nuestro territorio.
 5. Más allá de ello, se trata de dejar de vivir arrinconados y temerosos por lo que los canallas son capaces de hacer y de lograr así el protagonismo que nos lleve a pensar en que estamos recuperando la dignidad y que podemos ser dueños de nuestras propias decisiones y sentirnos orgullosos de ellas.
 
Dino Segura