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Pues sí, yo pienso en votar SI en el plebiscito y debo reconocer que entre mis amigos hay quienes piensan en votar NO y no por eso van a dejar de ser mis amigos. Son personas como yo, que de muchas maneras han pensado y siguen pensando en cómo lograr lo mejor para Colombia, para sus gentes, para sus niños, para todos. Ellos ven el acuerdo desde perspectivas diferentes a las mías. Para ellos hay elementos inaceptables que para mi sí son aceptables, sobre todo en un contexto en el que lo más importante es un anhelo por el que hemos soñado muchas veces, el cese de la violencia y el camino hacia la paz.
 
Frente al Acuerdo de la Habana yo comparto con muchos ese escepticismo que es consecuencia de muchas promesas incumplidas y de ilusiones fracasadas. En otras palabras, no nos acompaña la confianza. Es inevitable pensar que detrás de todo existen agendas secretas y perversas, máxime cuando en el camino del acuerdo ha estado como protagonista la clase política de la cual muy poco puede rescatarse desde la honestidad y la idoneidad. Frente a esto lo que pienso es que con el Acuerdo no terminan las cosas, los trámites y procesos, sino que es apenas su comienzo y que en el sendero por recorrer, nosotros, los “ciudadanos de a pie” vamos a ser los protagonistas fundamentales. 

Por otra parte, me parece que los planteamientos centrales del Acuerdo proponen transformaciones que beneficiarán a millones de personas de manera directa y prácticamente a todos nosotros de manera indirecta. Si, por ejemplo, se hacen realidad las propuestas del primer punto (hacia un nuevo campo colombiano) que se trata de lograr una realidad distinta para nuestros campesinos, su dignificación, atención y posibilidades de realización, se estará reconociendo como colombianos un sector que había sido olvidado durante toda nuestra historia. Eso beneficia a millones de habitantes rurales y se proyecta como una esperanza para todos en cuanto recupera la productividad de campo y apunta a lo que denominamos la seguridad alimentaria. Esto no se dará a partir de la firma del Acuerdo o el triunfo del plebiscito, esto será una conquista de todos si nos comprometemos en hacerlo una realidad.
 
Una consideración similar puede plantearse frente a lo que juntos todos podemos hacer en la lucha contra la corrupción y la delincuencia, en particular contra la producción y tráfico de drogas. Recordemos que lo que sabemos de las FARC es lo que nos han informado los medios de comunicación, el gobierno y los comunicados del ejército, que son una parte del conflicto. Cómo serían los informes de guerra si las informaciones nos hubiesen llegado de la otra parte del conflicto. Tal vez la imagen que tenemos de ellos  no respondería a los marcos de delincuencia, terror y crueldad que nos han construido. Ahora, si caminamos juntos en contra de la delincuencia, creo que no solo se puede construir una gran talanquera a los crímenes del narco tráfico, sino a la delincuencia de cuello blanco y a la que campea en las instituciones más respetables que han convertido los pícaros en guaridas desde donde impunemente corroen nuestras posibilidades de ser.
 
Pues sí, quiero decirle a mis amigos que piensan votar NO en el plebiscito, que aunque comparto el escepticismo que se deriva de nuestra historia de frustraciones, las grandes ventajas que pueden resultar del Acuerdo son tan importantes para todos, que bien podemos jugárnosla aceptando los casos particulares que nos molestan, pero que no son la parte sustantiva del Acuerdo.
 
Ahora bien, con la firma del Acuerdo y el triunfo del plebiscito no es que desaparezca mágicamente nuestra intolerancia, indolencia e indiferencia. Tampoco pensamos que ello significará que otros actores de violencia dejan de existir. Lo que pasa es que tal vez el agente más poderoso y que no pudo derrotarse en 60 años va a formar con el estado y con nosotros un frente único para enfrentar a los otros actores. Sin embargo el que logremos privilegiar en Octubre la esperanza frente a la desconfianza y el optimismo frente a venganza, ya es un cambio cultural que puede llevarnos a muchas partes deseadas y hasta ahora inalcanzables. 
 
Podría decir otras cosas. Pero no quiero hacerme ilegible, más  bien puedo ampliar este punto en otra oportunidad.
 
Dino Segura