Imagen

Al acceder a los portales de nuestras instituciones y en particular de las universidades e instituciones educativas se encuentra cómo con orgullo y satisfacción hacen mención de los egresados y de sus logros y conquistas. Son inventores unos, científicos otros, ministros, directores de oficinas, etc.  Es claro que eso le da lustre a la institución y habla muy bien de la responsabilidad y éxito con que se hacen esas tareas tan complejas como son la de contribuir con la formación de jóvenes y niños y trabajar porque en nuestro país contemos con buenos ciudadanos, profesionales y artistas.
 
Sin embargo, cuando las cosas no andan tan bien y nos encontramos con egresados que en el ejercicio de su profesión se convierten en un peligro para la sociedad pues en unos casos se caen los edificios que construyen sin que un incidente telúrico lo justifique o adelantan proyectos en donde, por ejemplo, las posibles inundaciones no lo recomiendan, o aprovechan sus investiduras para adelantar negociados, entonces no aparece institución alguna que de la cara por lo que sucede.
 
Lo  mismo acontece cuando se presentan esos casos lamentables de delincuencia y horror que nos hacen exclamar ¡Por Dios¡ ¿En qué país vivimos? No hay en esos casos tampoco una explicación, o una justificación o simplemente una frase como Tampoco nosotros lo comprendemos pero lo tendremos en cuenta para hacer lo posible para que cosas como esas no vuelvan a ocurrir. En lo que podamos ser responsables, pedimos perdón a la sociedad


No. Eso no sucede y ahí tenemos que esos criminales y defraudadores execrables son a su vez eminentes profesionales de universidades eminentes tanto nacionales como internacionales. Y son tan eminentes que reciben tratos especiales cuando tienen que asumir lo que han hecho ante la ley.
 
Es entonces cuando uno no comprende. Ni las instituciones en donde se formaron estos delincuentes dan la cara, ni la sociedad tiene la entereza para aplicar las leyes que valen para todos, cuando estos individuos más que quienes no han tenido la oportunidad de educarse, deberían ser objeto de las sanciones completas.

 
Habría otra pregunta adicional. Está bien, ya lo sabemos. Las instituciones respetables no van asumir ninguna responsabilidad frente a lo que han hecho sus egresados ¿Se van a quedar callados? (tal vez piensan que así se mantienen pulcros) ¿Será que no van a tomar en cuenta lo que está sucediendo para modificar de alguna manera los ambientes educativos en que se están formado los futuros profesionales y dirigentes de nuestro país?
 
Tal vez lo están haciendo y no nos lo han dicho ¿Podemos soñar?  Digámoslo claramente, la novedad cognitiva surge cuando “conscientemente” vemos que lo que sucede no es lo que esperábamos. Entonces vienen los conflictos epistémicos o las revoluciones como las llama Kuhn. Pero si no vemos o no reconocemos el conflicto, entonces no hay novedad ni aprendizaje. Así pueden darse todas las anomalías imaginables y seguiremos en las mismas. Es posible que esto no lo sepan muchos, pero en  nuestras universidades y centros del saber es insoslayable pues está en la base de la generación de saber.
Lo grave no es que suceda lo que sucede, lo verdaderamente grave es: Que no haya aprendizaje y sigamos repitiendo y repitiendo. Horrorizándonos permanentemente.
 
Dino Segura