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A estas horas no sé cuántas víctimas ha evitado Colombia con los procesos de paz. Desde el inicio del cese unilateral de fuego hasta hoy, desde que se están movilizando los guerrilleros de las FARC a sus sitios de concentración, hemos mermado ostensiblemente los secuestros, los combates, las amenazas, el miedo. Son miles de víctimas menos. Esta es una cuenta muy importante.
 A estas horas no sé cómo valorar esos cambios que actitudinalmente estamos viviendo y que se manifiestan en las lanchas llenas de guerrilleros que viajan a los sitios de concentración, en las caravanas de camiones o en las largas filas de desmovilizados a pie, que se dirigen a un lugar en donde se comenzará a construir una nueva vida para cada uno de ellos y para el país.
A estas horas no sé cómo manejar el entusiasmo y esperanza que nos invade cuando vemos a guerrilleros y miembros de las fuerzas armadas trabajando conjuntamente para garantizar los desplazamientos.

Es posible que los acuerdos no sean tan perfectos como hubiéramos querido, pero creo que las carencias y los defectos bien pueden superarse si sopesamos lo que sucede no solo en aquellos sitios que hasta hace poco eran campo de combate, sino en todo el país en donde nos estamos inventando una manera nueva de sonreír, sonreír con entusiasmo, sonreír con esperanza.
 
¡La perfección NO existe!
¡Lo que existe es la voluntad¡
¡La perfección no existe!
Lo que existe es la capacidad de levantarse una y otra vez hasta cuando se hayan elaborado las circunstancias para mantenernos de pie y avanzar. Hay un solo motivo para celebrar: ¡La paz se está logrando¡

Y hay una preocupación: cómo hacemos para identificar lo que debemos hacer cada uno de nosotros y así contribuir a construcción de esta senda, la senda de la paz y hacerlo.
 
Y mientras del campo vienen noticias alentadoras y optimistas, de nuestra clase dirigente siguen acumulándose montones de vergüenzas y de razones para pensar que tenemos que actuar de otra manera a la hora de decidir quiénes serán nuestros gobernantes. 
 
Y mientras campesinos y comunidades abandonadas nos dan lecciones de solidaridad, optimismo y entrega, nuestros políticos siguen actuando con la mente comprometida exclusivamente en el provecho propio, asolando y destruyendo el país de hoy y de mañana.
 
Dino Segura