Caminar de espaldas hacia el futuro, con la mirada fija en el pasado

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En un escrito anterior planteaba que debíamos considerar la escuela más como un factor que contribuya a la transformación de la sociedad que como un elemento cuya misión sea reproducirla. Ahora bien, cuando consideramos cómo es su organización y cuál es la estructura de todo el sistema, difícilmente podemos imaginar que los vientos de cambio procedan del Ministerio de Educación, más cuando se ha convertido en un instrumento para difundir y aplicar (imponer) las orientaciones hemisféricas procedentes de otros organismos internacionales.  Si el protagonista del cambio no es el ministerio, podría pensarse en que son las universidades, especialmente en donde se forman los futuros maestros, o podrían ser los maestros que autónomamente asumen tal tarea. Veamos el asunto más de cerca, considerando lo que es la formación de los maestros en las universidades.
 
El asunto es que en general la formación está concebida pensando en que lo que tiene que aprenderse son los contenidos. Y por contenidos se entiende un conjunto de informaciones muy bien organizadas bajo el nombre de matemáticas, lenguaje, ciencias, música, etc., que en general fueron definidas hace mucho tiempo, a veces hace más de 100 años. En un momento volveré sobre esto.
La urgencia por los contenidos desplazó hace tiempo la formación pedagógica, de tal suerte que de más de 70 asignaturas que tiene el plan de estudios, no hay siquiera 5 que tengan que ver directamente con la pedagogía y (sin exagerar), habrá maestros que nos dicen al respecto, y “ ¿Eso qué es?”

Lo que en cambio se ha fortalecido hasta el punto de convertirse en la preocupación fundamental en la formación, son las didácticas y las didácticas son importantes porque su función es la enseñanza de los contenidos.  Ahora bien, como lo anotaba antes, los contenidos son conjuntos de informaciones que como saberes establecidos deben aprender los estudiantes. Por ejemplo, el álgebra es un conjunto de afirmaciones, procedimientos, trucos y algoritmos muy bien establecido en todo el mundo, de tal suerte que cuando se habla de factorización, por ejemplo, se sabe muy bien que es lo que se quiere decir con ello, tanto en Colombia como en Australia o el Japón.
 
Cuando se estudia álgebra se suelen realizar y solucionar en todas partes los mismos ejercicios y los mismos problemas. Es por eso que es posible hacer exámenes mundiales de álgebra. Y lo que sucede con el álgebra, sucede en general con la física y la biología y las ciencias y cada uno de los lenguajes.
 
Con las didácticas se han establecido ciertos patrones de solución y de tratamiento a los diferentes temas que determinan las respuestas correctas y los métodos correctos (y recomendables) que deben darse en el aula para llegar a ellos. Es un proceso muy avanzado de homogeneización que conducirá a que las escuelas de todas partes sean iguales, en términos antropológicos, a que sean “No-Lugares “ (totalmente independientes de los contextos locales).
Casi siempre, en los procesos de aprendizaje de los contenidos, la facultad clave para su aprendizaje es la memoria y el método privilegiado es la repetición ya sea de palabras, de enunciados o de algoritmos (o procedimientos). Asuntos como la creatividad y la imaginación son malas consejeras: “Eso ya está definido. Si quiere inventar vaya a otra parte”
 
Notemos cómo los contenidos son asuntos muy bien establecidos y aceptados en la escuela occidental. Podríamos decir que se trata de verdades hechas. Es por esto que casi la totalidad de la formación de los maestros está orientada a la enseñanza de verdades hechas. Claro, entre las verdades que se aprenden en la facultad de educación seguramente están afirmaciones como:

  • El conocimiento es provisional y relativo.
  • Tenemos que estar dispuestos al cambio y a aceptar otros enunciados si se satisfacen las exigencias de cientificidad.
  • En la ciencia no hay absolutos, tenemos que pensar siempre en la posibilidad de la novedad, además, la innovación es algo deseable. 
  • Las verdades de la ciencia son acuerdos y pueden reemplazarse cuando se estime conveniente.

Pero en la práctica lo que sucede y se aprende es que tenemos que aprender lo que está prescrito y como está prescrito. Por ejemplo, las frases anteriores seguramente tienen que memorizarse para contestar las pruebas de epistemología.
 
En este estado de cosas, los maestros se forman para mantener “el conocimiento establecido”. Es como si vivieran la escuela mirando hacia el pasado, que fue donde desde al menos 100 años se definieron los contenidos que se siguen enseñando hoy.
Y, mientras los maestros miran hacia el pasado, los niños miran hacia el futuro con los pies en la tierra, en el presente, con las posibilidades del presente y con los sueños del futuro.
 
Si la escuela estuviese comprometida con el conocimiento y no con la información, seguramente existirían nexos entre la escuela y su entorno mediante los problemas
 “Reales” que se pueden surgir y del significado que brindaría su legitimidad en cuanto problemas.  
 
Con las máquinas que los niños tienen en las manos pueden resolver problemas  “Reales” que superan las expectativas y prescripciones del currículo. Pero el maestro formado “En el pasado”  insiste en resolver los problemas “Ideales”, porque son más exactos para un mundo que no existe, convirtiendo así lo que se hace en el aula en un ejercicio aburrido, sin sentido y en gran medida inútil.
 
 
Dino Segura