Que los niños y maestros no vayan a las clases de matemáticas, biología, física, español, etc., sino a trabajar en sus proyectos.

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ensar en la educación que deberíamos tener o en cómo mejorar nuestra educación o en los caminos para lograr metas de calidad deseables son temas de actualidad permanente. Sin embargo, los tiempos pasan y no siempre se presentan las mismas circunstancias. Las esperanzas que se están viviendo en Colombia en estos años nos llevan a que cualquier reflexión acerca del qué hacer en educación esté atravesado por el tema de la paz y las posibilidades que se presentan si realmente logramos superar el conflicto. Todos soñamos.
Una Colombia sin guerra hará que todo cambie, la agricultura será distinta, la política será distinta, los sueños de niños y jóvenes, de adultos y ancianos también serán otros. Y en este contexto, la educación deberá ser distinta. No será exactamente la educación estándar del primer mundo, tampoco la que hemos vivido, llena de limitaciones y trampas y sobre todo, bastante inútil para lo que necesitamos en este momento.  
La educación deberá ayudarnos a tomar decisiones frente a todo, frente a problemas viejos y frente a nuevas oportunidades. La educación deberá mostrarnos que sí es posible mitigar el impacto de la globalización en cuanto puede pensarse en ciertas perspectivas autónomas para nuestra vida.
Desde hace unos 25 años sacrificamos un sueño de futuro que se articulaba con la posibilidad de ser libres: pensábamos que podríamos avanzar sustituyendo importaciones por productos nuestros, producidos por nosotros. Con la apertura económica nos quedamos con la opción de llegar-a-ser explotando nuestros recursos naturales y ya sabemos lo que pasa, que es lo que está pasando. Hoy por ejemplo, dependemos hasta para el desayuno: pan hecho con trigo norteamericano, consumimos avena y (fécula de maíz) maizena norteamericanas y cereales norteamericanos, estamos ante una seguridad alimentaria precaria. Pero también, con la apertura y con los muchos tratados de libre comercio, ya no requerimos de “Educación” ¿Para qué?

El asunto es que ¿Si no se ve la posibilidad de sustituir importaciones, para qué el conocimiento? Teníamos como 20 Institutos de Investigación (p. ej., el IAN), hoy solo hay unos 5 con financiaciones precarias y un desconocimiento social increíble pues los planes de apropiación social el conocimiento son cada vez más inocuos e innecesarios para las políticas el gobierno.
Como la educación está globalizada, lo que se quiere hacer en nuestras escuelas y universidades quiere parecerse a lo que se hace en la India o Corea y en Alemania o Estados Unidos. Estudiamos los mismos problemas y programas y esperamos a ver que hacen ellos para hacerlo nosotros. Y es precisamente ahí en donde debemos pensar diferente porque de verdad, somos diferentes, el trópico es diferente, las opciones son diferentes. Las posibilidades son tan diversas que un centro de estudio en el Chocó puede ser totalmente distinto de un instituto de investigación de Los Llanos, y así en todas nuestras regiones. Y la educación en cada región debería entonces estar comprometida con su historia, sus características económicas, agrícolas, orológicas, étnicas, etc., en fin con las posibilidades ciertas de cada región, con sus tradiciones y saberes.
 
Los contenidos disciplinares serán necesarios en las dinámicas de la investigación y se aprenderán en su momento para fines muy precisos. No se trata de aprender cantidad de cosas por lograr una formación de base universal que sabemos que es una quimera. Lo que se aprende en la escuela, en general solo es útil para contestar las pruebas. La formación de cada quien se logra en la dinámica del hacer, en el trabajo.

​Cuando se exige que se sea bachiller para un determinado oficio, la exigencia hace referencia a que así se garantizan cualidades como ser mayor de 15 años, ser obediente, aceptar las arbitrariedades y a veces saber leer y escribir, que son cosas importantes en la escuela. Lo que se llamaba cultura general se logra en frente de las pantallas de todos los días.
 
En fin, la educación debe ser la fuente de la libertad y la autonomía. Una educación para ello no es la usual, que es más bien para la obediencia y la repetición.La educación para la libertad, la autonomía y la invención tiene que lograrse en espacios escolares en donde reine la autonomía, la libertad y la invención.

Pero estas tres cualidades de la educación están íntimamente ligadas con lo que se hace en la escuela. Si lo que se hace es repetir y memorizar, no será la escuela buscada. Si lo que se hace es aprender las soluciones hechas para resolver los problemas de otros tampoco tendremos la escuela buscada. Si el acicate por el aprendizaje deviene de motivaciones externas y no del sentido y compromiso con las búsquedas no estaremos en la escuela que queremos.
 
Es por ello que la propuesta que hemos planteado desde hace mucho tiempo es que la escuela esté organizada en torno a proyectos y los niños y maestros no vayan a las clases de las diferentes áreas (matemáticas, biología, física, español, etc. ) sino a trabajar en sus proyectos.
Y mientras unos trabajan en la utilización de agua lluvia, otros tratan de establecer posibilidades de reutilización de residuos, otros en la construcción de máquinas que alivien el trabajo con la yuca y la quinua y el ñame y tantas otras posibilidades. Entonces tendremos maestros creativos y universales en una dinámica en donde la reina no es la información sino el conocimiento y el conocimiento no será solo el académico usual sino el ancestral y tradicional.
 
Dino Segura