Yo no sé en qué estaría pensando Julio Flórez hace unos cien años cuando escribió aquel soneto, ¡TODO NOS LLEGA TARDE, HASTA LA MUERTE!


Todo nos llega tarde ¡hasta la muerte!
nunca se satisface ni se alcanza
la dulce posesión de una esperanza
cuando el deseo acósanos más fuerte.
Todo puede llegar, pero se advierte
que todo llega tarde: la bonanza,
después de la tragedia; la alabanza,
cuando está ya la inspiración inerte.
La justicia nos muestra su balanza
cuando los siglos en la historia vierte
el tiempo mudo que en el orbe avanza.
Y la gloria, esa ninfa de la suerte,
sólo en las viejas sepulturas danza.
¡Todo nos llega tarde, hasta la muerte!

Y, me parece que puede verse como una reiteración de algo que solemos afirmar: que no hemos llegado aún a la época de la previsión, de la anticipación, de la planeación.
Y entonces con juegos de palabras, verdades a medias y falsas explicaciones salvamos la responsabilidad y nos refugiamos unas veces con la ignorancia presentida detrás de titulares mentirosos y, otras, con la concupiscencia devoradora de ilusiones y posibilidades. 
Decir que hubo justicia para Yuliana es falso y además es imposible que la haya. Si ella nunca la tuvo, lo que podemos pedir es que haya justicia para toda esa cantidad de niños que están expuestos, no solo a los sicópatas, sino a la pobreza, a la miseria, al abandono.

Ya sabemos que puede haber castigo para quienes como individuos cometen los delitos, pero, cuáles son las consecuencias para aquellos que usufructúan de los dineros públicos, de esos dineros que con seguridad crearían otras condiciones de vida para niños como Yuliana y ¿Qué estamos haciendo para que de verdad haya justicia, esto no siga sucediendo y de verdad TODOS nuestros niños vivan en las condiciones que merecen?
 
Decir que las inundaciones y las avalanchas son consecuencia del invierno o de las lluvias no es otra cosa que declararnos ignorantes primitivos, remitiéndonos a la buena o la mala suerte, a la magia o a las creencias como explicaciones. El conocimiento es precisamente la posibilidad no sólo de anticiparnos a los acontecimientos, sino de lograr que ciertos acontecimientos no se presenten. Si se descuidan las rondas de las quebradas y también la vegetación de páramos y montañas, vamos a convertir el agua lluvia en escorrentía y ésta en ocasiones de erosión y con ello en deslizamientos e inundaciones.
​Además, con ello desaparecerán las aguas subterráneas y posiblemente los inviernos serán seguidos de sequías y racionamientos. Es explicable que los periódicos sean superficiales e ignorantes y que por ello no denuncien lo que no se está haciendo, pero se supone que quienes toman decisiones como técnicos y especialistas saben lo que está pasando y que si no lo hacen no es por ignorancia sino porque hay otros intereses en juego .
 
Decir que la inequidad tiene sus raíces en que todavía no se ha aplicado en su totalidad el modelo económico que alguien decidió que sería la orientación de nuestras sociedades, es ocultar la gran verdad y es que la inequidad viene de la mano del modelo de manera inevitable. Entonces esperar a que la inequidad se haga más y más intensa para solo luego tomar medidas remediales es no anticiparse. Para ver cómo la inequidad está articulada con el modelo y los dos con las catástrofes basta con ver cómo las víctimas de los desastres son en gran porcentaje los pobres. Claro, quienes pueden hacerlo, deciden no a vivir en las zonas de riesgo. Esas zonas son para los pobres.
 
Y en la medida en que el modelo económico se fortalezca y las diferencias se hagan mayores y si a estas se añaden los problemas derivados de la corrupción que creo que no es propia del modelo pero que de todas maneras florece en donde la justicia social es escasa, estamos abocados a corto plazo a una inquina y si se quiere contienda entre pobres y ricos que puede conducir al país a un desbarajuste total, a un país invivible en el que puede darse que las mayorías se alían con los delincuentes en contra de otros delincuentes y corruptos de la misma laya, todos para proteger sus prebendas y ventajas injustificadas.

 
 DINO SEGURA