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Realmente no entiendo la sorpresa de tantos ante la corrupción que se ha hecho desmedida y si se quiere descarada en todos los niveles y poderes del Estado. Y, no la entiendo porque desde hace mucho tiempo todos sabemos que llegar a un puesto público ya sea del legislativo, en el parlamento; o del ejecutivo, como alcalde, por ejemplo, es un negocio. Si no, cómo se explican los dineros que financian las campañas. En el caso de los jueces y de las altas cortes, era un poco más difícil de creer.
 
Una vez logradas las nominaciones vienen las retribuciones, los pagos, el cumplimiento de las expectativas. Y, por ello todos los ciudadanos suponemos que existen muchos esperando que los planes de gobierno devuelvan en términos de contratos, por ejemplo, el apoyo que brindaron a las campañas. Hasta donde yo lo tengo entendido hace mucho que las cosas funcionan así, sin ninguna sorpresa para nadie. Y todos sabemos que las mayorías en el parlamento se consiguen con dádivas (mermelada) … y todos sabemos que los dineros destinados para la adquisición de equipos, en clínicas o en colegios o para el pago de subsidios, para mitigar las inequidades, casi siempre se van disminuyendo por el camino, pues cada quien en los procesos burocráticos se preocupa y exige su  (¿Cómo voy yo?), hasta tal punto que de lo asignado para satisfacer lo que estaba previsto puede llegar apenas un 10%. A veces ni eso…
 
Creo que CASI toda la política funciona de tal manera y que más del 60% del presupuesto de la nación se pierde en trámites e intermediarios.
 
Así es como funciona el Estado agenciado por los corruptos. Pero, podría funcionar de otra manera y en nuestro medio hemos tenido políticos que nos han de mostrado que sí es posible ser honestos. Y en esos casos los dineros han servido para otras cosas diferentes a retribuir con partidas el apoyo tramposo conseguido en las elecciones o en los nombramientos. Una de las tareas que tenemos los colombianos que aún pensamos que esto puede ser distinto, es identificar y diferenciar los políticos honestos de los deshonestos. Yo creo entre los candidatos a la presidencia debemos diferenciar a quienes como alcaldes o gobernadores han sido honrados de quienes no lo han sido. Y aquí me refiero a personas como Mockus, Fajardo, Petro o Navarro. Ojalá haya muchos más y podamos quitar el estigma de corrupción que se cierne sobre la clase política.
 
 El nuevo partido político
Por otra parte no puedo pasar desapercibido el lanzamiento del nuevo partido, la FARC. Me parece que en el cumplimiento de los acuerdos las FARC han sido más diligentes que el gobierno. Y en ese sentido el paso de grupo armado a partido político es un hecho no solo esperado, sino muy significativo. Son dos esperanzas, la primera la desaparición de la guerrilla y con ello, de la guerra, con todas sus implicaciones para la realización de Colombia como país. Y la segunda, la inauguración de un país más justo y con oportunidades para todos, en el que los poderes del Estado nos reconozcan a TODOS como colombianos beneficiarios de las leyes y los planes de desarrollo.
En ese sentido uno espera que la estructura el Estado no continúe profundizando las brechas de inequidad y que efectivamente se camine explícitamente para lograr por ejemplo que la educación de calidad sea para todos y no se mantenga como el elemento más determinante precisamente de la inequidad. Uno espera que los trámites fiscales que son la fuente del presupuesto sean más justos y que quienes más tienen sean los que más pagan y se eliminen entonces todas esas prácticas de evasión que precisamente cobijan a quienes más podrían contribuir, ahora que el país más lo necesita y existe una posibilidad de pensar en una Colombia para todos.
 
Da tristeza vivir como nos ha tocado, las manifestaciones de los científicos implorando partidas para poder continuar con los proyectos de investigación, pidiendo que no se disminuya el presupuesto para la Ciencia y la Investigación que, por increíble que parezca, de los países de América Latina es el más bajo.  Y todo ello en frente de unas cifras inimaginables vinculadas con la corrupción.
 
Uno espera contribuir a la construcción de un país en el que el conocimiento, la educación, la investigación y la invención sean importantes sobre todo ante las grandes posibilidades que se desprenden de nuestro trópico y nuestra diversidad. Para ello no es suficiente una partida sino un cambio de concepción en la economía y en las posibilidades. Para ello es necesario que dejemos de pensar en que nuestro futuro se erige como consecuencia de la explotación de los recursos naturales no renovables y volvamos a construir centros e institutos de investigación en donde investigadores de la talla de Jorge Reynolds, Raúl Cuero, Salomón Hakim, Carmenza Duque, Jorge E. Borrero, Nubia Muñoz, Adriana Ocampo, Alejandro J. Bechara, Fernando Montealegre o Francisco Lopera nos orienten hacia la mejor manera de vivir en este país y de construir para Colombia perspectivas inteligentes de desarrollo.
 
Tenemos muchas razones para sentirnos optimistas.
 
 
Dino Segura