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1. Vuelve el invierno
Y seguimos atónitos ante el desgobierno que nos caracteriza y la superficialidad del periodismo. Hasta cuándo tendremos que culpar al invierno, que siempre ha sido como es ahora, de los desastres.  Colombia no es el único país en donde llueve, pero sí es uno de los pocos que no han logrado anticiparse a los acontecimientos. Y lo peor es que por no gastar en los proyectos de prevención, tienen que pagarse los costos de los desastres que nunca se podrán pagar totalmente pues incluyen vidas humanas, sueños destruidos y futuros anulados. Y son arroyos, ríos, inundaciones que bien manejados son una recurso importante. Con estas formas de gobierno hasta los recursos se convierten en maldiciones. Cuando las cosas se hacen, los problemas quedan en el recuerdo. Reconozcamos que en Bogotá los trabajos en el río TUNJUELO, parece que han sido exitosos.  

2. Hablando de riquezas que matan
Así como somos agua, somos trópico; esto es. somos múltiples posibilidades, también somos una mina de oro. Sin embargo ¿Sacar el oro para acabar con el agua? Con el oro que ya se ha extraído de las entrañas de la Tierra hay suficiente oro para satisfacer la necesidades de este metal para más de 100 años en los desarrollos tecnológicos. Realmente si el oro se explota actualmente es solo por razones de avaricia, de acumulación, no de necesidad, como sí lo es el cuidado del agua. Creo que todos deberíamos manifestarnos DE VERDAD como partidarios del cuidado de los páramos.

3.  Exigencias a favor de la educación
Ahora que estamos en campañas presidenciales, creo que deberíamos cuestionarnos la vocación del país  frente de dos opciones que lo determinan todo.
O seguimos con la línea que inauguró Gaviria que se traduce en la renuncia a la sustitución importaciones entrando a los mercados de libre comercio.
O nos la jugamos por el conocimiento dándole recursos a la academia para aprovechar nuestras ventajas comparativas de diversidad y recursos minerales. En otras palabras o seguimos con la línea económica que han compartido Gaviria, Samper, Pastrana, Uribe y Santos  que conduce a una dependencia colonial que no requiere de educación.
O pensamos en una vida de autonomía y realización intelectual que requeriría de invertir en conocimiento.
O pensamos en una economía arrasadora del medio ambiente en búsqueda de recursos NO renovables.
O pensamos en que a partir del cuidado y conocimiento de nuestro medio ambiente es posible construir opciones de desarrollo amables y satisfactorias para nosotros  mismos. No se trata de graduar doctores sin posibilidades de investigar sino de crear proyectos de investigación que requerirán de investigadores. Sean doctores o no.

4. Busquemos una escuela que realmente nos sirva
Actualmente los tres papeles principales que cumple la escuela son estos:  
1. Lograr una alfabetización de base clave que incluye leer, escribir y manipular algunos algoritmos básicos como buscar información, que realizarán las máquinas de calcular.
2. Mantener a los niños entretenidos y relativamente seguros mientras crecen y aprenden a trabajar allí en donde consigan empleo.
3. Lograr una disciplina que les permita vivir en sociedad. En ello es clave la obediencia y el aprender a aprender por repetición y memorización. En la búsqueda de estos objetivos se invierten unos 18 o 20 años.
El resto, se consigue en las interacciones sociales, dentro y fuera de la escuela. Interacciones dominadas por la sociedad de consumo. Allí se consiguen los prototipos de felicidad, belleza, amor, decencia, competitividad, respeto justicia y bienestar. Creo que la escuela puede ser distinta.
Dino Segura