Por Antanas Mockus
Matemático y filósofo de la Universidad Pedagógica Nacional. 
Ex-rector de la Universidad Nacional de Colombia. 
Profesor universitario. 
Exalcalde de Bogotá D.C.



“Los niños aprenden a pesar de sus maestros” es la paradójica declaración que mejor resume la perspectiva pedagógica de Dino Segura y la Escuela Pedagógica Experimental. Lo que los educadores intentamos muchas veces enseñar no se encuentra con un vacío para llenar. Como enseñaba Estanislao Zuleta, la ignorancia es llenura, es saber demasiado. 

Para Dino y la EPE el niño está lleno de explicaciones (“pre-teorías” las llaman). Si el maestro y los compañeritos(as) no logran (1) hacerlas explícitas y (2) ponerlas en crisis, y si no logran (3) restituirle un espacio a la pregunta, el niño se desdobla entre una actitud orientada a la supervivencia escolar (defenderse haciendo la mímesis, el teatro, simulando lo que cree que esperan de él, o de ella, y minimizar así el conflicto) o una actitud de desmoralización y abandono. 

Al tener en cuenta lo que el niño ya ha entendido, equivocado o no, la tradición pedagógica de la EPE entronca con lo mejor de la pedagogía activa. Para educar al niño(a) hay que conocerlo(a). Hay que conocer en particular su conocimiento. 

“Llamar las cosas por su nombre” ha sido también un esfuerzo de Dino Segura y la EPE, posiblemente ligado a la formación académica inicial de Dino (en física, la más paradigmática de las disciplinas científicas). 

El reconocimiento de los saberes pre-existentes en el alumno ha sido una fuente muy fértil de innovaciones prácticas. El discurso pedagógico de Dino y su escuela no ha sido “mero” discurso. 

Dino y su escuela (en los dos sentidos: la corriente informal de alumnos, colegas y otros seguidores y la Escuela Pedagógica Experimental —EPE— que queda en la vía a La Calera) han demostrado que en Colombia es posible hacer de la práctica pedagógica una práctica informada. Que la crítica de las pedagogías tradicionales puede acompañarse de auténticas exploraciones experimentales. Que el debate entre distintas corrientes de la psicología tiene precisamente enorme interés en cuanto ellas llevan a conjuntos de prácticas muy diversos entre si. 

En los primeros meses de 1997, parte de la opinión bogotana estaba escandalizada por la puesta en marcha de la propuesta del entonces alcalde (yo en mi primera gestión) en materia de drogas. Se llamaba “Saber antes de beber” y fue técnicamente acogida y desarrollada por la UCPI (Unidad Coordinadora de Prevención Integral. un equipo de una treintena de jóvenes profesionales dedicados a identificar y acompañar jóvenes en riesgo en las 1 9 localidades urbanas de Bogotá). Se trataba de un cursillo en grado 11 de diez horas a fin de preparar a los jóvenes para vivir en entornos donde es legal o al menos culturalmente aceptada la oferta de droga legal (alcohol). 

Los estudiantes tenían la oportunidad de explorar las consecuencias de la ingesta de alcohol en muy diversos aspectos: en el plano fisiológico, bioquímico, psicológico, cognitivo. comportamental. Los estudiantes se preparaban para poder reconocer las variaciones en los reflejos, en la autopercepción, en la amplitud del campo visual, en la habilidad para manejar provocaciones y agresiones, etc. 

Incluso los jóvenes hacían un juego de roles a partir de un juego de cartas preparado por la UCPI que los ponía en situación “usted está en una discoteca. los de la mesa de al lado sacan a bailar la muchacha que usted estaba acompañando, ella se queja —sin mostrar demasiada convicción— de la forma en que han bailado con ella, usted empieza a indignarse o a sentir celos, o ambas cosas… y vuelve ella a dejarse sacar…” Lo clave es que el alumno comprenda que los efectos “naturales” del psicoactivo son fuertemente modulados por el marco cultural y psicológico. Cuenta mucho por supuesto cuánto tomas. Pero también cuenta muchísimo con quiénes tomas, dónde y cuándo. Y cómo. 

La novena clase (opcional) consistía en ir a una discoteca o un bar. Los zanahorios debían ser respetados en su decisión. Nada de presiones machistas. Por otro lado, invitación a la mesura y a la conciencia de asistir a rituales y ejercer con responsabilidad la libertad de participar en ellos. Y décima clase: para evaluar y aprender. 

La EPE obviamente fue uno de los primeros colegios en acoger la propuesta completa y participar en el debate público. Tal vez quince años después tenga sentido revelar que, previa consulta con los padres, la EPE acometió también un proceso pedagógico similar en relación con la marihuana. No sé si con consumo o sin él. En todo caso avanzaron en el proceso de preparación pedagógica para un mundo donde la oferta (legal o ilegal) de esa droga es y va a seguir siendo un hecho. 

Dino Segura es piagetiano. Es constructivista. Valora mucho la acción y la experiencia reflexiva de actuar sobre la acción, la acción sobre la acción. En muchos sentidos, para muchos de nosotros, Dino y la EPE han encarnado los ideales del movimiento pedagógico colombiano. Pedagogía al cuadrado, “los educadores también necesitan ser educados”. 

En el incipiente mundo de la investigación en educación y sobre educación, Dino Segura y la EPE encarnaban, junto a una veintena de grupos a lo ancho y largo del país, el puente ideal entre la pedagogía y los saberes disciplinares, entre la transformación cotidiana de las prácticas pedagógicas reales y las investigaciones en didáctica del lenguaje, de las ciencias naturales, de la matemática, de las ciencias sociales y el arte. Son maestros preparados para escribir y publicar sobre sus innovaciones en el aula. 

De varias maneras, a través del equipo de profesores de la EPE, a través de su trabajo con la Universidad Distrital y con el IDEP, Dino formó a muchos educadores muy a pesar suyo. 

Dino ha sido siempre un cultor de un uso agudo del lenguaje. Si algo no se puede expresar claramente es porque no está claro. Qué tal les parece el título de uno de sus artículos de comienzos de los noventa: Constructivismo: ¿construir qué?”. La respuesta es el conocimiento escolar, que involucra escritura y lectura, pero que no puede ser algo muerto, reiterado, meramente repetido. 

Ese conocimiento escolar se revive y se vivencia, como quería Bachelard, en el entramado entre acción y comprensión compartido entre profesores y alumnos: 

Lo que entendemos por vivencias de conocimiento escolar son actividades estructuradas en torno a preguntas legítimas de los alumnos como grupo, que apuntan tanto a la acción (por ejemplo en forma de proyectos) como a la comprensión (en la búsqueda de explicaciones). 

Dino Segura ha escrito mucho para los maestros. Pero, al igual que Platón, prefiere escribir en el alma de sus alumnos. Especialmente de aquellos que han aprendido de él a pesar de él. El arte de un maestro es a veces establecer tal relación de afinidad y entendimiento a distancia que uno pueda decir con verdad las dos cosas: nunca fui alumno de él y de pocas personas he aprendido tanto como de él. 

Hay quienes enseñan, incluso muy a su pesar.