Por: Dino Segura

Queremos argumentar la necesidad de transformar la educación. Pero queremos ir más allá, nuestra intención es enfatizar en que esta necesidad no debería ser simplemente un retoque a lo que se hace en el aula o en las escuelas, sino una transformación radical, que incidida y transforme el significado de la educación, los métodos que se siguen y las dinámicas y metas de la enseñanza.

Uno de los puntos centrales de la exposición es que lo que se logra en términos de aprendizajes en la escuela no coincide con las metas que se proponen los maestros o los estudiantes cuando se embarcan en las actividades escolares, sino que se trata de aprendizajes no intencionados que se dan en los diferentes procesos, en el aula y fuera de ella, se trata de interacciones que pueden traducirse en actitudes y seguridades, en formas de relacionarnos con otros y con nosotros mismos y en las formas espontáneas de actuar que se construyen en la convivencia cotidiana pero para las cuales son especialmente importantes las interacciones escolares. Es por esta razón que enfatizamos en la importancia de consolidar en la escuela un ambiente educativo que se proyecte como un contexto deseable y rico en interacciones; de organizar la cotidianidad en términos de trabajo de colectivos, que plantee una forma alternativa de ser, en cuanto se opone a la soledad del individuo e inventa alternativas a las tendencias universales del consumo.

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