Palabras ante la pandemia.

Por: Dino Segura Robayo.

Co fundador Escuela Pedagógica Experimental

Uno no se explica por qué tenemos que buscar un culpable para intentar explicar lo que acontece con la pandemia.

Que podría ser más sensato enunciarlo así

Uno no se explica por qué tenemos que buscar un culpable para ingenuamente explicar lo que acontece con la pandemia. 

¿Por qué no reconocemos que aún no sabemos mucho acerca del coronavirus y que las diferentes explicaciones no son ni siquiera hipótesis decentes? Y que además para el colmo, las medidas que se enuncian a partir de ellas son una grosería.

Entonces hay quienes relacionan los contagios con “la distancia social” (un invento perverso), con la limpieza de los zapatos (otro enunciado ingenuo), con la participación en fiestas y jolgorios (¿envidia?), con las conversaciones que se dan en un bar (falta de imaginación), con ir de vacaciones (cuando no son las propias), con estar en compañía o solo (¿) después de las 11 o 12 de la noche (ojo con los virus noctámbulos) en los mismos lugares donde de día hay cientos. … hay tantas versiones de la estulticia!

Pero hay otras cosas que nos ha mostrado la pandemia, y que nos lo ha reiterado y que lamentablemente ¡¡casi no lo vemos!!

Estadísticamente el problema de la pandemia no reside en el contagio (que sería lo que justifica por ejemplo el tapabocas) sino con lo que sucede en el organismo una vez se ha dado el contagio. Ahí está el problema; lo fundamental es la capacidad que tenga el organismo para “manejar” la epidemia. A esto solemos referirnos como el sistema inmune. Si el sistema está bien, no pasa de ser una molestia muchas veces muy leve. Si está mal se tendrán casos que pueden llegar a ser fatales (2,6% fallecidos de los contagiados en Colombia.

Y de qué depende el sistema inmune. Y ahí es donde no se ha hecho prácticamente nada. Aunque el asunto no es tan fácil como cuando se dice que para la sed debemos hidratarnos y ya. En el caso del sistema inmune juega un papel importante la alimentación y cuidado de la salud en general. Es tal vez por eso que los más afectados por los contagios son los pobres. Y por eso decía en una nota anterior que si se quería de verdad atacar la pandemia deberíamos iniciar la vacunación con los más expuestos, que entre otros son los pobres.

Por otra parte, el sistema inmune está relacionado con los estados de ánimo. El sistema inmune es mejor en el caso de los optimistas, podría pensarse que el impacto del contagio para un optimista es diferente de si llega a un pesimista. El entusiasmo y la alegría son elementos que fortalecen el sistema inmune.  

Bueno, esto de las relaciones que existen entre la enfermedad y el sistema inmune no es nuevo. Casi que podría decirse que todos lo sabemos. Sin embargo, en ello no se ha hecho nada, o muy poco; antes, podría penarse que se ha actuado en sentido inverso, como para aumentar la epidemia. 

En síntesis, ¡los manejos que se le han dado tanto nacional como localmente a lo que pasa con la pandemia, parecen orientarse a mostrar que los gobiernos están muy preocupados por nosotros y en ese sentido a competir para ver cuál de ellos lo hace de manera más contundente!

Pero tanto los unos como los otros se han quedado en la parte superficial del asunto y han actuado incluso facilitando el crecimiento el número de contagios.

  1. En cuanto a las políticas generales se han limitado a copiar lo que se hace en otras partes (en Europa, especialmente). Como lo muestra la pirámide poblacional, en esas latitudes hay muchos viejos (mayores de 60 años) que están abandonados en los ancianatos. Entonces llega el virus y para que sigan vivos es más fácil vacunarlos que hacerles la vida alegre. Primero los ancianos! 
  2. Pero en Colombia ese no es el caso, aquí los más vulnerables son los pobres, quienes tienen que salir diariamente a tratar de solucionar las necesidades mínimas, ¿por qué no comenzar por ellos?  No, ¡nos sentimos europeos!
  3. Cuando ya la gente está entrando en la etapa del optimismo en un ejemplo increíble de resiliencia, diciéndose, “no me dejo morir de hambre”, entonces de manera bastante irresponsable se controlan y eliminan las opciones de trabajo, relacionadas con aquello de sentirse vivo. Para muchos estar atrincherado en casa esperando no se qué, eso no es vida. Y ¿cuáles son las opciones que propone el gobierno para quienes nuevamente están abandonados sin poder trabajar? 
  4. Y seguimos con las contradicciones. El mismo argumento que se da para no vacunar a los niños (los menores de 16 o 17 años) debería ser válido para abrir las escuelas. Mientras los niños están abandonados a lo más lamentable del sistema educativo que se la memorización, en unas prácticas infames de obediencia y repetición, se les coharta lo más importante a esas edades que es la interacción con sus pares. Tal vez no lo hacen por maldad, pero lo que se está haciendo con los niños seguramente será trascendental para sus vidas … y será negativo.

Lo que deberíamos solicitar a los gobiernos es que hagan algo para fortalecer el sistema inmune, no sólo por evitar el contagio. Y digo esto porque ello exige un cambio en las dinámicas y urgencias sociales, que es lo que realmente necesitamos.