Dino Segura: Coordinador General Corporación Escuela Pedagógica Experimental.
Hay varias razones por las que veo a Petro como el presidente ideal para Colombia. Ante todo, en el deterioro inocultable de la vida en este país veo dos tipos de variables claves. De una parte, las exigencias externas al país de lo que podríamos denominar el orden internacional, de otra, las que surgen de nuestros políticos y políticas. En ese contexto el país se ha convertido en receptor de las políticas diseñadas por organismos externos de tal suerte que las decisiones sobre economía se imponen desde afuera, como es el caso de los tratados de libre comercio.
Las políticas educativas llegan al Ministerio de Educación para aplicarse indiscriminadamente.
Esas políticas surgen de las conveniencias de quienes manejan el orden internacional, las multinacionales y los bancos, que dependen de ellas. Por ejemplo, cuando Gaviria se decidió por la apertura económica hace unos 25 años, eso no fue fruto de estudios nuestros de acuerdo con nuestras posibilidades y necesidades sino el cumplimiento obediente de las exigencias externas en el marco de la globalización, que era como se manifestaba en tal momento el neoliberalismo.
De ahí en adelante se fueron firmando tratados de libre comercio en consonancia con nuestras adecuaciones a las exigencias que se plantean de parte de la comunidad internacional (en eso Gaviria, Pastrana, Uribe y Santos son ejecutores de una única política, la que nos imponen).
Las consecuencias de estas políticas ya las conocemos. La eliminación de las fronteras económicas ha contribuido a la desaparición de nuestra industria insipiente, pero que existía haciendo ¨pinitos” por sustituir importaciones.
La consecuencia de cifrar nuestras expectativas económicas en el extractivismo hizo que las perspectivas de realización profesional de nuestros jóvenes se desplazaran del conocimiento y la ciencia a la administración y consecución de dineros fáciles provenientes de lo lícito y lo ilícito. Tal vez por eso desaparecieron unos 12 Institutos de Investigación y también, tal vez por eso las perspectivas del aprendizaje se desplazaron del dominio del saber a aprender a superar los exámenes, incluso sin saber.
Eso explica por qué hoy tenemos muchos doctores y poca investigación. Eso explica por qué se caen los edificios y los puentes. Cuando se remplaza el conocimiento por superar exámenes, llegamos a saber cómo “pasar” así no se sepa nada.
Así pues, la desaparición de la industria, el envilecimiento de nuestra educación y la carencia de producción de saber están relacionadas con la aceptación obediente de las políticas e imposiciones hemisféricas y en particular con la implantación acrítica de los patrones neoliberales.
Ahora bien, en nuestro medio y en parte, en consonancia con las consideraciones anteriores,
en nuestro país se hiper-desarrollaron la corrupción y el florecimiento de los dineros ilegales. Recordemos que en el momento nuestros jóvenes y niños no viven la posibilidad de realización a través del estudio y la investigación. Las instituciones educativas gradúan y gradúan. Nadie sabe para qué, si las posibilidades de innovación y ciencia están prácticamente canceladas por los tratados comerciales que no permiten la creación de proyectos competitivos para aprovechar, por ejemplo, la diversidad en todas sus manifestaciones.
La única posibilidad real es llegar a ser ciclista o futbolista. Por las fosas de la corrupción se van los dineros posibles para financiar investigaciones, los refrigerios de los niños, convertidos en alimento para los cerdos, las partidas para las autopistas, las cuotas para la salud, las innovaciones educativas, que no resisten la ineptitud de los ministros ignorantes que hemos padecido y las ilusiones de maestros y estudiantes que creímos un día que Colombia era posible.
Así pues, entre el modelo económico que se nos impone, la voracidad de nuestros gobernantes, la venalidad de jueces y la ceguera de los medios de comunicación se debate nuestro país en víspera de elecciones.
Y es así como veo que el único que identifica las raíces de nuestras dolencias es Gustavo Petro. Mientras no se ponga en tela de juicio el orden económico, no se puede hacer nada con los doctores y la buena voluntad. Mientras no se creen posibilidades de realización y de crecimiento tanto para los niños como para el país, no tendremos condiciones para que florezca la buena fe y la seguridad. Mientras no se erradique la corrupción no solo de las listas al congreso, sino de las altas cortes y de nuestros amigos más cercanos que han llegado a pensar que la única salida para su realización como seres humanos es la delincuencia, estamos perdidos.
Creo que un día tenemos que empezar a cambiar esto y creo que con Petro ¡Ese día ha llegado!
Hay varias razones por las que veo a Petro como el presidente ideal para Colombia. Ante todo, en el deterioro inocultable de la vida en este país veo dos tipos de variables claves. De una parte, las exigencias externas al país de lo que podríamos denominar el orden internacional, de otra, las que surgen de nuestros políticos y políticas. En ese contexto el país se ha convertido en receptor de las políticas diseñadas por organismos externos de tal suerte que las decisiones sobre economía se imponen desde afuera, como es el caso de los tratados de libre comercio.
Las políticas educativas llegan al Ministerio de Educación para aplicarse indiscriminadamente.
Esas políticas surgen de las conveniencias de quienes manejan el orden internacional, las multinacionales y los bancos, que dependen de ellas. Por ejemplo, cuando Gaviria se decidió por la apertura económica hace unos 25 años, eso no fue fruto de estudios nuestros de acuerdo con nuestras posibilidades y necesidades sino el cumplimiento obediente de las exigencias externas en el marco de la globalización, que era como se manifestaba en tal momento el neoliberalismo.
De ahí en adelante se fueron firmando tratados de libre comercio en consonancia con nuestras adecuaciones a las exigencias que se plantean de parte de la comunidad internacional (en eso Gaviria, Pastrana, Uribe y Santos son ejecutores de una única política, la que nos imponen).
Las consecuencias de estas políticas ya las conocemos. La eliminación de las fronteras económicas ha contribuido a la desaparición de nuestra industria insipiente, pero que existía haciendo ¨pinitos” por sustituir importaciones.
La consecuencia de cifrar nuestras expectativas económicas en el extractivismo hizo que las perspectivas de realización profesional de nuestros jóvenes se desplazaran del conocimiento y la ciencia a la administración y consecución de dineros fáciles provenientes de lo lícito y lo ilícito. Tal vez por eso desaparecieron unos 12 Institutos de Investigación y también, tal vez por eso las perspectivas del aprendizaje se desplazaron del dominio del saber a aprender a superar los exámenes, incluso sin saber.
Eso explica por qué hoy tenemos muchos doctores y poca investigación. Eso explica por qué se caen los edificios y los puentes. Cuando se remplaza el conocimiento por superar exámenes, llegamos a saber cómo “pasar” así no se sepa nada.
Así pues, la desaparición de la industria, el envilecimiento de nuestra educación y la carencia de producción de saber están relacionadas con la aceptación obediente de las políticas e imposiciones hemisféricas y en particular con la implantación acrítica de los patrones neoliberales.
Ahora bien, en nuestro medio y en parte, en consonancia con las consideraciones anteriores,
en nuestro país se hiper-desarrollaron la corrupción y el florecimiento de los dineros ilegales. Recordemos que en el momento nuestros jóvenes y niños no viven la posibilidad de realización a través del estudio y la investigación. Las instituciones educativas gradúan y gradúan. Nadie sabe para qué, si las posibilidades de innovación y ciencia están prácticamente canceladas por los tratados comerciales que no permiten la creación de proyectos competitivos para aprovechar, por ejemplo, la diversidad en todas sus manifestaciones.
La única posibilidad real es llegar a ser ciclista o futbolista. Por las fosas de la corrupción se van los dineros posibles para financiar investigaciones, los refrigerios de los niños, convertidos en alimento para los cerdos, las partidas para las autopistas, las cuotas para la salud, las innovaciones educativas, que no resisten la ineptitud de los ministros ignorantes que hemos padecido y las ilusiones de maestros y estudiantes que creímos un día que Colombia era posible.
Así pues, entre el modelo económico que se nos impone, la voracidad de nuestros gobernantes, la venalidad de jueces y la ceguera de los medios de comunicación se debate nuestro país en víspera de elecciones.
Y es así como veo que el único que identifica las raíces de nuestras dolencias es Gustavo Petro. Mientras no se ponga en tela de juicio el orden económico, no se puede hacer nada con los doctores y la buena voluntad. Mientras no se creen posibilidades de realización y de crecimiento tanto para los niños como para el país, no tendremos condiciones para que florezca la buena fe y la seguridad. Mientras no se erradique la corrupción no solo de las listas al congreso, sino de las altas cortes y de nuestros amigos más cercanos que han llegado a pensar que la única salida para su realización como seres humanos es la delincuencia, estamos perdidos.
Creo que un día tenemos que empezar a cambiar esto y creo que con Petro ¡Ese día ha llegado!