¿Qué hacer frente a las conductas indeseables?

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Por: Dino Segura
Frente a las conductas indeseables hay al menos dos caminos un tanto antagónicos y muy bien definidos, que de manera simple son estos.
 ​Hacemos difícil que delincan (es el caso de poner un bolardo) o apelamos a la educación (cultura ciudadana).

  • Les ponemos una sanción (es el caso de la pena de muerte) o los educamos para que se porten bien…

 La consulta
En el caso de la consulta anticorrupción se buscaba con la ley hacer difíciles si no imposibles, las prácticas corruptas. Otras dos vías de lograr lo mismo es educar a los elegidos para que dejen de ser corruptos o educar a los electores para que aquellos no sean elegidos.
Ahora bien, como ya casi nadie cree en la educación, se termina optando por la vía más corta (poner obstáculos y leyes) aunque, por lo que hemos visto en otras instancias, con una perspectiva bastante pesimista. Eso de “hecha la ley, hecha la trampa” tiene infinidad de ejemplos.
Pero como la consulta no cumplió con las exigencias, para verla como una victoria, pero sí puede constituir una expectativa optimista (¡¡qué cantidad de votos!!), en mi opinión, lo que hay que buscar no es que transitemos la primera vía, sino que aprovechemos la disposición y conciencia que esta surgiendo, para continuar con el proceso pedagógico y logremos que a muy corto plazo se acabe con la corrupción no porque ser corrupto sea muy difícil, sino porque no elegimos a los corruptos.
Esta segunda opción es mucho más atractiva pues de darse nos llevaría a una conciencia ciudadana más diáfana. Si contamos con que casi doce millones de colombianos rechazan la corrupción, podemos soñar con que cada quien, manteniendo su compromiso con la honestidad y la justicia, votará como un ciudadano bien informado no solo rechazando a los corruptos, sino eligiendo a los mejores.
 
La dosis mínima es máxima
¿Qué busca el gobierno nadando contra la corriente (o contra las corrientes…)?
Con cierta sensatez y muchos tanteos hemos ido aprendiendo varias cosas con respecto a las políticas de drogadicción.
Lo primero es que las drogas prohibidas no son las que más consecuencias desastrosas producen, el alcohol es la droga más letal directa e indirectamente y sigue tan campante; lo que quiere decir, que las medidas que se toman con respecto a las drogas no se están tomando para proteger a nadie. Si se quisiera proteger a la juventud, pensaríamos en el alcohol.
Si se persigue a las drogas es por órdenes exógenas ya que con la prohibición se mantienen como el gran negocio, que lo es, MIENTRAS SEAN PROHIBIDAS. Entonces debería haber honestidad y decir claramente para quien estamos jugando. De otro lado, los argumentos acerca de su incidencia en la salud, no pasan de ser fantasías y “fachadas” sobre todo si consideramos la cantidad y variedad de venenos permitidos que encontramos en los supermercados y droguerías. Y en este contexto me refiero a las bebidas azucaradas y a los colorantes, saborizantes, preservantes, etc., que afectan los sistemas inmunológicos y se traducen en un peligro real para el ser humano por muchas otras razones.
 
Entonces, si se trata de la salud pública hay otras medidas que pueden ser más afortunadas y convenientes.
 
¿Y la educación?
¿Por qué la ducación está tan desprestigiada que no se considera que puede ser la salida frente a asuntos como la corrupción o el consumo de sustancias psicoactivas? Ese es un asunto que debemos abocar seriamente.