Por: Dino Segura
Coordinador General Corporación Escuela Pedagógica Experimental
Querido lector:
La educación en casa no es una novedad, se trata de algo que hacemos siempre, lo que pasa es que hay que hacerlo conscientemente, entonces lo haremos cada vez mejor. El aprendizaje es algo que definitivamente resulta de la interacción de un ser vivo con su entorno. Mientras más rica sea esa interacción más ricos son los aprendizajes. La tarea que tenemos los maestros como profesionales de la educación es enriquecer ese entorno y ahora, en la calamidad que vivimos es conveniente que los padres enriquezcan las interacciones para hacer también más ricos los aprendizajes que se dan en casa.
El aprendizaje es un resultado automático de nuestras actividades, para que haya aprendizaje no es necesario hacer cosas extraordinarias, el aprendizaje es algo que acompaña nuestras actividades, nuestras interacciones, lo que podemos y queremos es hacerlo más rico. Lo más frecuente es que no nos demos cuenta de los aprendizajes. En qué momento aprende un niño a hablar, a caminar, a saltar … ¿En qué momento aprendemos que aumentando la velocidad podemos compensar el tiempo y entonces ir más rápido cuando se nos hace tarde?
Este tiempo en casa puede ser algo afortunado pues podemos dedicarlo a hacer eso que siempre quisimos hacer y a aprender aquello que siempre quisimos aprender pero que por la carencia de tiempo siempre hemos diferido. Lo que pasa es que debemos ser persistentes y no abandonar las tareas en frente de las dificultades. Ese es también un aprendizaje importante. El aprendizaje surge de una interacción y es tanto más rico en cuanto sea más significativa para quienes interactúan. En esa interacción todos aprenden y por ello con frecuencia se da en entornos de alegría y entusiasmo, no hay nada más satisfactorio que el aprendizaje.
El ambiente de aprendizaje es como una conversación que nos interesa. Los temas de la conversación van surgiendo de manera inesperada y a veces nos sorprendemos de lo que hablamos sin haberlo planeado. No son procesos rectilíneos, no; se trata más bien de bifurcaciones permanentes y siempre interesantes. Lo importante, es que la conversación responda a los intereses de los hablantes. Entonces en la conversación se va y se regresa recurrentemente sobre lo mismo (me acuerdo del Ulises de Joyce). Y la conversación posee significados diferentes para cada quien, énfasis distintos para cada quien, y si al final se quiere resumir lo que se dijo, cada quien posee su propio resumen como luego del partido, cada quien tiene su propia versión porque el partido fue distinto para cada quien, cada quien jugó su propio partido.
Si todos tienen la misma versión hay que desconfiar pues podría ser que todos hayan hecho las cosas obedientemente, siguiendo las instrucciones de alguien … Lo importante es que lo que se hace (la actividad) corresponda a los intereses de quienes lo hacen, a lo que cada quien quiere hacer y, que al final los yerros sean la narración más importante y más entretenida. Hay pocas cosas más interesantes que contar los errores cometidos y la manera como caímos en la cuenta de ellos y los pudimos superar.
Saludos…
Gracias Profesor Dino. Mientras leia me imaginaba los yerros de los que usted habla como «hechos» muy importantes, hechos que definidos en una frase de Ulrich Beck que Antonio Lafuente siempre ha citado:»un hecho (un yerro) es la respuesta a una pregunta que podria haberse formulado de otra manera»