Coordinador General Corporación Escuela Pedagógica
¡Los maestros lograron organizar clases desde su casa!
¡La experiencia es tan exitosa que colegios y universidades se preparan para repetir la experiencia durante 2020. Y todos lo recibimos como una victoria, como la comprobación definitiva de nuestras capacidades, de nuestra dedicación y compromiso. Sin embargo, recordemos que en este cuadro de éxitos lo que se hace es valorar lo menos importante, lo menos valioso de la educación sustentado y soportado por tal vez lo más importante de ella. Sí somos capaces de, en unos casos, entretener a nuestros estudiantes, en otros de propiciar esos aprendizajes memorísticos inútiles y tradicionales de la escuela tradicional y en todos los casos, de demostrar que la educación puede hacerse sin escuela. Y esto lo hemos logrado sobre la base de lo más importante que no es otra cosa que la confianza en los seres humanos (estudiantes, maestros, padres) y el compromiso con las tareas y roles con la mirada puesta en una interacción que hoy no existe y es el sustento de la escuela de verdad, aunque hemos concebido que su ausencia es como transitoria.
Y entonces vienen reconocimientos y felicitaciones de todas partes. Y nos sentimos valorados y nos decimos, por fin saben (y lo expresan) lo importantes que somos (los maestros). Es más, hay alguien que manifiesta que con estas estrategias digitales podríamos mantener la escuela de aquí en adelante. Haber introducido y habilitado a niños y maestros para utilizar las tabletas y los computadores y los celulares para dar cuenta de las obligaciones escolares no puede perderse y sí puede abrir una era inédita de la escuela, una escuela sin maestros y, sobre todo, ¡una escuela sin interacciones.
Esa escuela sin maestros no requiere de las construcciones que se estaban planeando. Podemos ahorrarnos el dinero si generalizamos y profundizamos en la digitalización de las escuelas, cada quien con su tableta puede aprender en cualquier parte y si está solo, tanto mejor, así puede evitarse cualquier contagio en general (ya sea de virus o de ideas) y cualquier distracción que perturbe la tarea escolar o nos lleve a cuestionar nuestra situación.
Esta ha sido una primera aproximación a lo que puede ser otra sociedad.
Una sociedad sin interacciones humanas.
Una sociedad sin contactos personales.
Una sociedad sin maestros visibles.
Una sociedad sin amantes peligrosos.
Una sociedad sin aglomeraciones ni contactos definidos.
Una sociedad sin espectáculos ni estadios ni anfiteatros.
Sí, estamos ante la primera aproximación a una sociedad totalmente distinta.
Una sociedad miedosa porque quien está al frente puede contagiarlo.
Una sociedad de la soledad. Una sociedad que vive sin lograr una respuesta a a ¿para qué vive?. Una sociedad controlada por las identificaciones, el peso de la información y el imperio de las comunicaciones en la que el comercio sabe de antemano lo que compraremos y lo tiene preparado por anticipado. Esto que anoto es una primera aproximación a la posibilidad de una sociedad que sigue viviendo con el coronavirus. Hay sanos y hay contagiados (tal vez poquitos, pero hay). Y si vencemos al virus ya sea con una vacuna o erradicándolo de alguna manera, entonces podremos hablar de, “después del virus”. Después de la cuarentena: Sí, las cosas pueden ahora ser distintas. O, las cosas ahora pueden ser las mismas. Corremos el riesgo de que las cosas puedan ser las mismas
Profesor Segura. En mi experiencia personal me ha llamado la atención hablar de «educación virtual» como si lo virtual lo diera el uso de un recurso como lo es la pantalla, el computador, el celular y todas estas herramientas tecnológicas.
Me preguntó si cuando hablo en clase presencial con mis estudiantes del átomo, por ejemplo, ¿No es eso de alguna manera virtual?
Lo otro que me ha inquietado también es la dinámica de reproducir contenidos. Una dinámica que anula al maestro y que se puede resolver a través de otros medios. De nada sirve educación presencia, virtual o como la quieran llamar si seguimos centrados en la información y en los contenidos.
¿Como enseñar a «desear» saber? Creo que responder esa pregunta requiere pensar nuestras prácticas y poco estamos dispuestos a pensarlas en serio. Decimos cosas, nos apropiamos de discursos que cada vez se ubican en un lugar común, pero pensar de verdad de verdad es tan complicado. Tratar de proponerlo, resulta en algunos casos casi ofensivo.
Ustedes ha estudiado la educación muy bien, lo se, y sabe que hay unos asuntos estructurales sin duda que deben modificarse y que no dependen directamente de los maestros pero yo si creo que si dejamos de trabajar para pruebas censales y para lineamientos curriculares y nos vamos a lo esencial, revolucionariamos. Hay experiencias exitosas, la EPE por ejemplo, el Juan Ramón y otras, pero nos cuesta salirnos de los contenidos. Cuando se intenta hacer algo distinto llegan formas de control para que no se salga del libreto.
Y por último, quiero decir que en estos tiempos de «educación virtual» más que servidora público, me he sentido como sirvienta pública. En mi laboratorio con mis niños y nuestras locuras me sentía mejor.
Gracias
Gracias
Gracias por tan importantes reflexiónes. Si este es el nuevo paradigma nos enfrentamos a decisiones de trascendental importancia acerca de nuestro futuro educativo. Niñ@s y jóvenes, sus madres, padres y el profesorado estamos ad portas de este nuevo desafío. ¿Cómo inspirar a la vida sin sentirnos?