Por: Dino Segura Robayo

Co Fundador Escuela Pedagógica Experimental

Hay varias noticias destacadas en estos días. Y posiblemente entre ellas existen algunos vínculos. En primer lugar, existe un número persistente de personas empeñadas en que sancionar a los delincuentes es hacer justicia. A mi manera de ver quienes así opinan están con la mirada en el pasado y no la separan del hecho por el cual se pide justicia, no conciben que hacer justicia no tiene que ver tanto con sancionar hechos del pasado sino con crear condiciones de bienestar en el futuro. La tarea NO es llenar las cárceles de delincuentes sino lograr un país en el que haya cada vez menos delitos.

Cosas de antes. Cuando un aristócrata bogotano, aprovechando que los niños están abandonados mientras sus padres trabajan, abusa de una niña de unos 8 o 9 años hasta el extremo de asesinarla, hacer justicia no significa meramente sancionar al delincuente aplicándole las máximas penas e incluso obligándolo a indemnizar a sus padres. Claro que eso debe hacerse, pero hacer justicia es mucho más. Es que cuando esas cosas suceden no solamente es ultrajada la víctima inmediata (la niña en este caso), no solamente hay que hacer justicia PARA la niña, debe hacerse justicia para la sociedad. Es que no es justo que los niños pobres y otros que no son tan pobres estén abandonados a la hora de la jornada contraria (de nuestro lamentable sistema educativo). Todos los niños deberían tener acceso a programas complementarios, en vez de estar por ahí solos deberían estar haciendo natación u otro deporte, o jugando bajo la protección de alguien o aprendiendo robótica o tantas cosas que se pueden hacer. Pero si solo se castiga al delincuente sin aprender de lo sucedido para modificar los contextos, n o se ha hecho justicia con la sociedad y los niños seguirán expuestos a estos peligros.

Cosas de ahora. En estos días están discutiendo el caso de los policías “despistados” que hicieron uso de sus armas de dotación y asesinaron a varias personas. Para que un despistado pueda hacer lo que hicieron estos policías se requiere de otras condiciones que son importantes a la hora de pensar en qué significaría hacer justicia.

  • Es que yo conozco a muchos despistados que jamás estarían en la posibilidad de contar con un arma y haber tenido un tiempo de formación para aprender a utilizarla.
  • Es que yo conozco a muchos despistados que aún poseyendo el arma no cuentan con la indumentaria que les permite actuar con cierta comodidad y ventaja en frente de los contrarios, sean estos delincuentes o simples transeúntes.
  • Es que yo conozco a muchas personas que en algún momento pueden llegar a ser atrabiliarios, pero que no cuentan con una institución que los defienda y los llene de confianza al momento de actuar en nombre de la institución.
  • Es que yo conozco a varios despistados que no pensarían que quienes protestan, por ejemplo, por el asesinato de lideres sociales, son enemigos del país o peligrosos guerrilleros.
  • Es que yo conozco a varios despistados que no tienen ningún interés en hacer demostraciones de estupidez para que las otras personas no solo los obedezcan sino les tengan miedo.
  • Es que estoy convencido de que para ser un policía despistado se requiere de un proceso sistemático y permanente de formación (o de deformación).

Lo que quiero decir con esto es que, si se quiere ser justos con el país y evitar que en futuro se repitan las faltas y conductas exhibidas por estos policías, debemos ir más allá de simplemente sancionar o eliminar (del servicio) si se quiere, a estos policías. Ya sabemos que una de las características de la milicia o de la formación castrense es la obediencia, pero es imprescindible recapacitar en qué tipo de seres humanos se están formando si cuando se les deja la posibilidad de actuar autónomamente llegan a extremos increíbles. Mi punto es que estos agentes estaban cumpliendo con lo que para ellos debe hacer un policía impecable por el bien del país y la defensa de las instituciones, con el convencimiento de que, si extralimitaba, existía un organismo (una institución) capaz de poner la cara por ellos. Esto vale en el caso de que sea un único despistado, pero cuando son muchos más, la cosa es mucho más aterradora. Y cuando la institución no recapacita en cuanto a que algo está fallando en la formación de los agentes, de verdad que no sabemos que nos espera.

Creo que la cárcel o la privación de la libertad de dos o tres agentes no puede dar confianza al país, si la institución sigue incólume (y testaruda) con los mismos cursos y procesos de formación. Más confianza lograríamos si la formación cambiara y estos agentes (los despistados y todos los demás) mal educados recibieran cursos y procesos formativos que los llevaran a pensar y a actuar de manera un poco más sensata, digamos, humana.