Por: Dino Segura

Cofundador Escuela Pedagógica Experimental 

Y en la educación, ¿Qué?

En Colombia, la educación está cancelada, lo que se hace actualmente es un paliativo para que los unos (los maestros) se sientan que están haciendo algo, los otros (los estudiantes) piensen que están aprendiendo y que como están ocupados no están perdiendo el tiempo y para que la población en general se tranquilice pensando que hemos llegado a las fronteras de la tecnología mientras sueñan con una tableta. Pero educación es lo que está ausente en todas partes, en los pre-escolares y en los doctorados ¡Qué tristeza!

La educación en los seres humanos se logra en las interacciones entre nosotros. En la conversación entre iguales, en los juegos de lenguaje, en las patanerías interpersonales, en la solución a los conflictos de la cotidianidad. Los otros aprendizajes, los que son memorísticos de enunciados y algoritmos no son educación, entre otras cosas porque más del 80% de lo que se aprende o es erróneo o inútil o anticuado (obsoleto). Cuando entremos al mundo del trabajo muchas de las cosas que aprendimos de memoria ya no serán útiles.

Y pensar que hay municipios en donde sólo ha habido dos o tres fallecidos en más de diez meses y hay muy pocos contagiados, los niños están abandonados, las escuelas están cerradas y los maestros están repartiendo fotocopias en bicicleta yendo de casa en casa  ¡No hay derecho!

Hablemos de otra cosa.

Y de la pandemia, ¿Qué?

Como en el caso de la educación, las autoridades de los municipios se copian de lo que se hace en las capitales y los de las capitales, de lo que se hace en Bogotá y los de Bogotá, de lo que se hace en otras partes, nadie se equivoca autónomamente, estamos haciendo lo que todos hacen; así, si hay equivocaciones, ellos, los otros, serán los que se equivocan.

La pandemia tomó por sorpresa a todo el mundo. Como lo único que aprendemos en la escuela es a resolver los problemas que otros nos proponen (y que ya han sido resueltos en alguna parte), casi nadie ha tenido una experiencia resolviendo un problema de verdad. Cuando aparece uno, buscamos a ver de quien copiamos la solución, ¡sería un milagro que intentáramos resolverlo por nosotros mismos! Es el caso de la pandemia.

Debemos reconocerlo, no estamos preparados para cosas nuevas, por eso cuando alguien llega a ser quien tiene que tomar las decisiones y hay que decidir estudiando y consultando y arriesgándose, no tenemos ni el talante ni la destreza para lograrlo. Por ejemplo, ahora ante la posibilidad de contar con las vacunas resulta que hay quienes afirman que debemos comenzar con los ancianos y luego con los otros.  ¿Por qué?

Si está comprobado que el 90%/ de las víctimas mortales son los pobres (por lo menos en Bogotá), ¿Por qué no comenzamos vacunando a los pobres, a los trabajadores, a los desempleados, para luego seguir con las franjas sociales menos riesgosas estadísticamente?

Finalmente, teniendo en cuenta esas estadísticas (que son de la U. de los Andes) a las cuales me había referido en otra nota de opinión, ¿Qué medidas se piensan tomar para proteger a los pobres? La revista plantea, ante todo:  ”La necesidad de acelerar las reformas estructurales para consolidar la reducción de la pobreza y de una clase media menos vulnerable a los ciclos económicos” (1).

Claro, no debería haber pobres, pero lo cierto es que en las actuales circunstancias incluso no solo ha aumentado el número de pobres, sino que la clase media es mucho mas vulnerable. La cosa es difícil, pero debemos ser claros, los gobernantes no deberían preocuparse solo por cómo gastar un presupuesto sino por solucionar este tipo de emergencias frente a las cuales solo nos encontramos ante una incapacidad inocultable.  ¿Entonces para qué estaban preparados?

Fuente

  • COVID-19: SUS EFECTOS DE POBREZA Y DESIGUALDAD EN COLOMBIA. (Diciembre 2020) Observatorio de coyuntura económica y social del Centro de Estudios sobre Desarrollo Económico – CEDE de la Facultad de Economía de la Universidad de los Andes.