Dino Segura Robayo

Cofundador Escuela Pedagógica Experimental EPE

No soy especialista en urbanismo ni en movilidad. Sin embargo, he conocido muchas propuestas sobre Bogotá, su organización y su crecimiento. Y creo que hemos llegado a límites que nos obligan a mirar las cosas más que seriamente, globalmente con sus múltiples implicaciones y que todos podemos contribuir con propuestas …

Lo que es Bogotá es el resultado de años de improvisación y de acumulados históricos de desplazamiento, violencia y, también, de creatividad. Pero en general los problemas que vivimos no son únicos, los compartimos con otras ciudades del mundo y de alguna manera eso nos permite aprender de esas experiencias.

PRIMER PUNTO

La solución a los problemas de Bogotá pasa por decisiones nacionales y por políticas del país. Una de ellas es el compromiso con la paz. Aun cuando no se han cumplido con los acuerdos, lo poco que se ha hecho nos permite pensar en que esa migración del campo a las ciudades se mitigará y que éstas no seguirán creciendo tanto.

El crecimiento de Bogotá es uno de los factores que debe negociarse con el país. Debemos crear otras ciudades o sitios atractivos para quienes no han logrado solucionar sus perspectivas de vida en otras partes. Qué tal ciudadelas industriales para los productos del agro o de la pesca o de las artesanías en lugares alejados de los que hoy son centros para todo ello como Bogotá. (Porque, ¡cómo será el centralismo que aquí hay sucursales de las universidades locales o regionales e incluso, escuelas de buceo!!)

 Así pues, lo primero es disminuir el crecimiento. Entre otras cosas, Bogotá (Con su crecimiento que se proyecta a unas diez poblaciones cercana) no puede continuar destruyendo la Sabana de Bogotá que posee unos suelos ¡que se deberían declarar patrimonio de la humanidad!

 SEGUNDO PUNTO

El centralismo en Colombia es algo así como una enfermedad. Si bien Colombia es centralista y localiza en Bogotá todo lo que puede, Bogotá es a su vez centralista y localiza en su centro todo lo cabe e incluso lo que no cabe.

Las vías que tiene el centro de Bogotá difícilmente se pueden ampliar; además, son muy significativas, bellas e importantes como para destruirlas con avenidas y trayectos de dos pisos.

Lo que deberíamos hacer y ya se intentó una vez es sacar del centro de Bogotá lo que hace que el centro de Bogotá sea invivible e intransitable.

Pueden imaginarse ustedes ¿Cómo sería Bogotá si las 20 universidades que aloja en el centro están en otra parte? Son algo así como 50.000 personas que se desplazan de la periferia al centro en la mañana y luego del centro a la periferia en la tarde o noche. A su vez, pueden imaginarse ustedes cómo serían esas universidades con unos campus enormes, con jardines y salones de exposiciones y posibilidades deportivas y propuestas vivas para manejo de la diversidad biológica y con grandes laboratorios y salones de música y de experimentación teatral. En vez de continuar como actualmente viven agazapadas entre pasillos estrechos compartiendo carencias con otros centros del saber y la investigación, con la ilusión de proyectarse espacialmente mediante las posibilidades digitales, son los campus digitales, soñando con la realidad aumentada sin haber vivido aun la otra realidad… Esa realidad nuestra tan sorprendente y rica que de verdad es puro realismo mágico.

Pero a la par de la migración de las universidades a otras partes hay otras instituciones que no tienen sentido en el centro de la ciudad, de una ciudad bella que podría ser una vitrina para rememorar nuestra historia, nuestros compromisos y nuestra arquitectura. ¿Por qué tienen que estar en el centro los juzgados y la procuraduría y la fiscalía y la registraduría , de pronto, algún ministerio o una embajada?

Ya en los años 50 se hizo un trasteo de los ministerios al CAN (Centro Administrativo Nacional) y el centro mitigó su asfixia. El CAN, en ese entonces, estaba lejos del centro, hoy nuevamente está cerca y algunos ministerios se están devolviendo… Pero esa iniciativa sigue siendo válida, hay que sacar del centro lo que se pueda sacar y enriquecer el centro pensando en que debe ser siempre una exposición permanente de lo que somos y hemos sido, de nuestra arquitectura, de nuestras creaciones

Es claro que esto no se hace de la noche a la mañana. No solo toma tiempo, sino que debe estudiarse con especialistas, hacer atapas y plantearnos así, para dónde vamos, y avanzar hacia ello año a año, administración tras administración …

Pensemos un ordenamiento amigable y sensato y lento pero persistente.

TERCER PUNTO

Una mirada al mapa de Bogotá nos da ideas acerca de algunas soluciones, no solo al asunto de la movilidad sino también en cuanto al desarrollo y criterios urbanísticos. Bogotá con su tamaño y proyecciones ha sido víctima a la vez, de su falta de planeación y de intereses mezquinos individuales. Es por ello que no existen suficientes vías que atraviesen la ciudad en las diferentes direcciones. Y, con frecuencia, las vías son interrumpidas por zonas residenciales, los cuarteles de policía y del ejército, grandes centros comerciales, etc. Con respecto a esto debe tomarse una decisión pues no se trata precisamente de hacer nuevas grandes vías (que no tendrían por dónde pasar) sino de darle continuidad a las que existen. Nuevamente se trata de acuerdos de todos, ya sabemos de las dificultades que han surgido cuando tiene que atravesarse un club o un complejo residencial, pero hay prelaciones y ya han existido procesos que nos enseñan cómo hacer las cosas.

¡Definamos prioridades!

CUARTO PUNTO

Con respecto a las medidas coyunturales que tienen que tomarse mientras un nuevo ordenamiento y concepción de crecimiento se hace realidad. Se trata de las situaciones coyunturales que estamos viviendo. Creo que se están tomando medidas contradictorias y criticables. Algunas no se entienden otras parecen ser simplemente una constancia de que se está pensando pero que no poseen justificación. Veamos.

  1. Las vías de Bogotá deben liberarse en cuanto sea posible para posibilitar el invento de otras rutas, de otras opciones para llegar a donde vamos. Cuando nos apoyamos en las aplicaciones satelitales descubrimos rutas que no habíamos imaginado pero que usualmente se convierten en frustraciones por haber convertido las vías en parqueaderos, cuando no en talleres o en zonas de carga y descarga. Si la prohibición de parquear en vías públicas se hiciese realidad, tendríamos muchas opciones novedosas. Realmente las vías son para el desplazamiento no para el parqueo (así sea pagando).

  2. La medida del pico y placa cuya efectividad es dudosa no puede convertirse en un ejemplo más de inequidad. Si se piensa en privilegios y exoneraciones debería mirarse hacia quienes utilizan en vehículo para trabajar y pensar en darles posibilidades para ello y no en quienes tienen con qué pagar. Es una discriminación odiosa. Llamarlo pico y placa solidario es una muestra de cinismo.

  3. Ahora bien. Si no se puede circular de día deberíamos seriamente pensar en una Bogotá nocturna. Si el comercio, la banca, juzgados y demás oficinas están abiertas en horas de la noche muchas de las restricciones podrían compensarse con diligencias nocturnas y la cosa no sería tan grave. ¿Cuál es la propuesta?, o ¡el asunto es simplemente del tenor del “sálvese quien pueda”!

  4. Antanas Mockus nos enseñó que ¡NO TODO VALE!, refiriéndonos a los ciudadanos. Debemos ahora exigir que desde la administración no se trata de legislar para el ¡SÁLVESE QUIEN PUEDA!