Tenemos que hacer distinciones (es una tarea del conocimiento).
¡Ya es hora de hacerlas!
Es curioso que a la vez que se identifican como los pecados imperdonables del sistema la corrupción y el narcotráfico, se sostenga que tenemos que conseguir un candidato presidencial que no esté en los extremos, ¡Hay que buscar puntos medios!
O sea que no podemos pedir que haya honestidad, solo que quienes roban roben un poquito o que quienes delinquen no sean tan delincuentes, porque no hay que ir a los extremos. Una retórica similar se sigue frente al narcotráfico. Sabemos que con el narcotráfico y la emergente cultura traqueta, el país no solo ha llegado a una dependencia indeseable de los dólares del delito, sino que la economía depende de las mil formas de lavado de dólares que se proyecta como una cultura de la superficialidad, incluso con valores humanos negociables. Entonces, como no hay que ir a los extremos, no podemos deslindarnos totalmente de este delito, sino solo avanzar un tanto. Y en este caso, ¿Dónde está el centro?
Y, qué decir de los asesinatos y masacres que se relacionan con los defensores de los derechos humanos, los líderes populares y los desmovilizados en el proceso de paz o de quienes han protestado por las injusticias y torpezas del gobierno. ¿Será que no estar en los extremos es entonces aceptar que sólo asesinen a 100? No más. Me parece que el llamado al centro, para no estar en los extremos porque ello conduce a la polarización es un cuento con el que no podemos estar de acuerdo. Entre otras cosas porque eso significa mantenernos en el ámbito de la delincuencia.
Por otra parte, creo que los impactos de la globalización de la economía que se inició en 1990 son muy determinantes para lo que está sucediendo. Es debido a ellos que no poseemos una industria colombiana, ni siquiera la posibilidad de bastarnos a nosotros mismos. No logramos la seguridad (ni la soberanía) alimentaria.
Es debido a ellos que la educación no tiene mucha importancia, ¿Para qué industria, investigación o desarrollo se forman nuestros jóvenes? Si las cosas no cambian tendremos antropólogos conduciendo taxis o ecólogos vendiendo basura de importación o ingenieros viendo a ver cómo se van para otra parte. Tenemos que estudiar y hacer propuestas para recuperar nuestras posibilidades de crecimiento. No se trata de buscar puntos medios, tenemos que lograr condiciones para lograr satisfacciones para nuestros jóvenes y opciones para el país. Hay que recordar que nuestras carencias de crecimiento y desarrollo no solo son consecuencia de una clase política corrupta e inepta, sino también, de las exigencias impuestas por las políticas económicas internacionales. Y frente a ello debemos estar preparados. Requerimos de líderes capaces de inventar propuestas convenientes para nosotros y aceptables para la comunidad internacional.