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Recientemente el titular de EL ESPECTADOR en su primera página era JUSTICIA POR YULIANA y se refería claro está al crimen del día anterior ¡Es desolador!
Sin embargo, más allá del morbo que invade a los noticieros y periódicos sobre el crimen quiero hacer algunos comentarios, tal vez fuera de lugar, pero que creo que son importantes. Lo primero es que lo que se está pidiendo realmente no es justicia sino sanción, pena o castigo para los asesinos. Y con ello se están buscando dos metas.
 
Por una parte, castigo pues las cosas no pueden quedar así, impunes, más cuando la gente teme que las investigaciones se pierdan en laberintos inimaginables aunque el crimen es inenarrable y abominable. Y, por otra, se quiere que las sanciones sean tan fuertes que se conviertan en argumentos disuasorios para actos similares; esto es, que asusten a los criminales. Ninguna de estas dos intencionalidades tiene que ver con la justicia, quizás un tanto, con la venganza ¡Quiero manifestar que me sumo a su exigencia!

Lo segundo es que sí deberíamos pedir JUSTICIA para todos en este país y por supuesto para las YULIANAS que existen en todos nuestros barrios y veredas. Pero hay que pedir JUSTICIA para estas personas cuando están vivas ¡No muertas! Lo acontecido no puede ocultar que sólo en Bogotá ¡Hay más de 200 niñas violadas al mes!
 
A medida que conocemos los acontecimientos nos vamos dando cuenta del contexto colombiano del asunto, nos convencemos de que realmente debemos exigir JUSTICIA al estado, al gobierno e incluso a cada uno de nosotros para superar las situaciones de injusticia que rodean a la mayoría de los colombianos, es más, que nos rodean a todos.
 
Debe haber justicia: ¿cuáles son las políticas de atención a nuestros desplazados por la violencia y en particular a los desplazados miembros de las comunidades indígenas? No es justo que luego de ser despojados de todo sean abandonados a su suerte.
 
Debe haber justicia: ¿cuáles son las políticas de atención a los niños de sectores marginales en éstas épocas de vacaciones, en el caso concreto qué programas está proponiendo nuestro alcalde para los niños y niñas pobres en estos días? No es justo que mientras unos pueden acceder a programas vacacionales, otros estén abandonados a su suerte.
 
Debe haber justicia: ¿Cuáles son las medidas de seguridad que se han implantado en estos sectores marginales para impedir, entre otras cosas, que individuos ajenos a ellos vayan allí a delinquir? No es justo que mientras en los sectores de privilegio haya seguridades oficiales y privadas, en otros sectores se mantenga el peligro a todas horas.
 
Debe haber justicia: ¿Cuáles son las previsiones que se están haciendo para evitar que los enfermos que son delincuentes potenciales se desplacen por cualquier parte convirtiéndose en peligros para los otros y para ellos mismos? No es justo tener que vivir el riesgo permanente de encontrarse en cualquier momento con esos tipos/delincuentes.
 
Por otra parte, no es justo que la inequidad continúe su profundización en un país en el que ya es la mayor en el continente. Y la inequidad se manifiesta de mil formas, en las oportunidades, en las remuneraciones, en los trámites legales, en la calidad de la educación, en la atención médica… en todas las formas imaginables. Es una inequidad que muestra mil caras con mil segregaciones, de pobres y ricos, de hombres y mujeres, de “normales” y “anormales”, de negros y blancos, de indígenas y mestizos (que se piensan blancos).
 
  ¿QUÉ ESTAMOS HACIENDO AL RESPECTO?
 
Dino Segura