Todo se vuelve una dificultad:¡Antes no vivimos de mal genio!

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En estos días he vuelto a pensar en varias iniciativas que planteé por este mismo medio hace cerca de un año. Lo que he constatado, y creo que se trata de una vivencia generalizada es que por ejemplo, los problemas de movilidad no mejoran, antes bien, existen todas las posibilidades de empeorar en el futuro cercano.
 
El asunto es este: Bogotá es una ciudad que como casi todas en el mundo no ha sido fruto de la planeación, sino que su crecimiento se ha dado dependiendo de la cultura (o las culturas) de sus habitantes, sus concepciones de espacio público, de propiedad privada, de privilegios entre lo público y lo privado, etc. Como consecuencia de ello Bogotá es la que es, así como Buenos Aires es lo que es (el asunto es que las visiones de quienes llegaron al Rio de la Plata fueron diferentes de las de quienes llegaron a la Sabana de Bogotá). 
Esa es nuestra ciudad y es difícil desbaratarla para volverla a hacer. Ahora bien, el crecimiento de Bogotá carga los impactos y consecuencias de nuestra historia. Bogotá como los otros centros urbanos colombianos y más que ellos, ha crecido debido a los desplazamientos, casi siempre violentos, del campo a la ciudad. En Colombia, Bogotá se convirtió en la última esperanza. Lo que no se pudo en cualquier otra parte, tiene que poderse en Bogotá y Bogotá como magnífica anfitriona que es, no solo se convirtió en la última posibilidad para quien lo requería, sino que ese que era el último recurso, a la postre, fue la mejor opción y, ahí tenemos, que en Bogotá hay posiblemente más personas procedentes de otra parte de Colombia que bogotanos, nacidos en Bogotá.
 Lo primero que debo decir es que debemos lograr que Bogotá no siga creciendo. Con lo que Bogotá tiene podría albergar muy bien a unos 5 millones de habitantes, pero no más.
Y para que ni Bogotá ni otras ciudades sigan creciendo se requiere de políticas nacionales adecuadas. Debe haber otros atractivos en otras partes y muchos deben regresar a sus sitios de origen. Debemos hacer lo que sea para acabar con el centralismo.

  • ¿Por qué en Bogotá tiene que haber sedes de todas las universidades del país?
  • ¿Por qué la infraestructura para el arte, los espectáculos, los eventos debe centrarse en Bogotá?
  • ¿Por qué aquí es donde se aprende a bucear y a escalar?

 
El asunto es que deben existir otros polos de desarrollo y de actividad. Otras poblaciones menores con universidades, espectáculos, atención médica, opciones de trabajo en pequeñas industrias y manufacturas.
 
Pero eso no es un asunto que pueda definirlo un alcalde en su soledad e incapacidad. Eso es asunto de planeación nacional, eso es asunto de todos.
Mientras nos mantengamos tontamente creyendo que la mejor opción es hacer la ciudad más grande, nos estaremos tropezando permanentemente con las limitaciones, no solo de las vías, sino de los terrenos adecuados para cada cosa, con una incapacidad para respirar, para correr, para conversar … para ver espectáculos. Y acrecentando el tormento inenarrable para ir de la casa al trabajo o al estudio o al espectáculo. Todo se vuelve una dificultad: ¡Antes no vivimos de mal genio!!
  
Entonces aparecen soluciones que aunque son estúpidas e irracionales son imaginables por algunos¡Que los que tienen con qué, paguen por utilizar el carro todos los días! Como si todos no estuviésemos pagando impuestos y la profundización de la inequidad debiera llevarse todas partes.  Si es posible levantar el pico y placa, que se quite para quienes dependen laboralmente del carro, no para quienes simplemente lo utilizan como medio de transporte. Debemos tener en cuenta que el servicio público cada día está mejor y sería muy bueno si no hubiese carros particulares compitiendo por las pocas vías con que contamos.
 
A propósito, cómo sería de interesante la experiencia de levantar el pico y placa, pero eliminar definitivamente el parqueo de carros en las vías públicas (NO PERMITIR EL PARQUEO EN NINGUNA VÍA PÚBLICA). Mi propuesta es que lo ensayemos por unas dos semanas y evaluemos.

Dino Segura